07

115 20 13
                                    

Misuk.

Un fuerte pinchazo se instaló en mi cabeza en el momento en que abrí los ojos. Me sentía un poco mareada y de cierta forma aturdida.

Miré todo dándome cuenta que estaba en mi habitación. Aún tenía puesta esa ropa y peor aún...

¿Cómo llegué aquí?

Esa pregunta se repetía en mi mente como un disco rayado. Solo recordaba algunas partes del asalto al bar y luego todo eran pequeñas lagunas mentales. Pero aún así cuando indagaba en mi mente recordaba unos brazos cubriéndome como escudo y como un cuerpo duro se abrazaba a mí.

Temblé cerrando los ojos por un instante mientras miraba el espejo del baño. Necesito recordar más. Me dije a mi misma pero aunque tratara de profundizar más, me era imposible.

Con ambas manos eché agua en mi cara tratando de alguna manera eliminar el malestar.

Luego de tomar una ducha y vestirme adecuadamente, tomé mi celular y revisé los mensajes que tenía.

Nam: Estás bien? 2:20am

Jihyo: Misuk, dónde estás? Llevo rato buscándote. La policía ni siquiera llegó.

Estoy bien. Fue lo único que le respondí a cada uno. De verdad que solo me mandaron dos mensajes. Y yo pensando que tenía el celular lleno.

Tonta.

Salí de la habitación encontrando a Bam acostado frente a la puerta de Jungkook. Fruncí el ceño. El siempre lo dejaba pasar, fuera lo que fuera.

El perro al verme agitó la cola despertando del sueño y como pude me agaché para acariciarle el lomo y las orejas.

—Oh, pequeñito, quédate aquí. Hablaré con Kook y luego te sacaré a pasear— murmuré melosamente mientras éste trataba a toda costa jugar conmigo— Siéntate, quieto.

Le dije apuntándolo con el dedo índice y giré el picaporte de la habitación encontrando a Jeon dormido enroscado en una sábana.

Miré su hombro asustada cuando se movió.

¿Eso era una herida?

Me pregunté acercándome y mirándola con detenimiento. Pasé un dedo cuidadosamente comprobando que ya estuviera sanando y luego me senté a su lado pasando una mano por su frente y quitando algunos mechones sueltos sobre su frente. Sonreí al recordar cómo cuando era niña el cuidaba mis sueños y pasé una mano por su mejilla cariñosamente siendo detenida por su voz sonmolienta.

—Misuk— una pequeña sonrisa se asomó por sus labios y abrió un ojo mirándome divertido—. Ahora quien cuida a quien.

Hice un puchero ofendida por su tono burlón y subí mis pies a la cama.

—¿Cómo llegué aquí? No recuerdo mucho.

Inmediatamente éste abrió los ojos mirándome sorprendido y balbuceó antes de sentarse haciendo un quejido al lastimarse el brazo.

—También quiero saber cómo te hiciste eso. No parece una herida común.

Lo escuché suspirar maldiciendo un apellido y me tensé.

Park...

Ese apellido salió de sus labios y luego parece que hubiera dicho algo muy, pero muy malo. Porque simplemente calló mirando fijo el suelo.

—Una mujer me llamó. Ni siquiera sé quién era y me dijo lo que estaba pasando y te fui a buscar. Lo del brazo fue porque una tienda sufrió un asalto y por salvar una anciana me llevé la peor parte. Por suerte solo fue un roce. Nada importante.

El hilo rojo de la Mafia  •PJM• Where stories live. Discover now