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La vida sigue su curso y no para por nadie.

Sin darme apenas cuenta, había llegado el segundo aniversario de mi accidente y con él, el primero de la muerte de Max. Un año desde que Max se marchó, dos desde que mi vida diera un vuelco de ciento ochenta grados... si me paro a pensarlo con detenimiento, todo ha sido todo una locura.

Hace dos años yo era un simple soldado que creía estar enamorado en secreto de su mejor amigo y cuyo único objetivo en la vida era el de hacerle sentir orgulloso a un padre al que en realidad sólo le importaba la imagina y la apariencia.

Hace dos años conocí a un chico en un bar y al que contesté de la manera más borde que podía sin saber que sería el fisioterapeuta que recondujera mi vida, en todos los aspectos. Hace dos años el Jeep en el que hacía la ronda de guardia con mi comando saltó por los aire al pisar una mina en las calles de Irak.

Hace dos años la vida me cambió... y de qué manera.

Ahora la realidad era una muy distinta. Una que me había costado entender pero con la que ahora vivía en paz conmigo mismo, aquí, delante de la tumba de Max.

Desde hacía meses su voz ya no rondaba por mi cabeza, según James, no era significado de haberlo olvidado sino más bien, de haberme perdonado a mí mismo. De haber superado ese adiós que nunca nos dijimos.

Busco con mi mano la mano de Taylor y él entrelaza sus dedos con los míos. Me da fuerza y me da paz. Con Taylor a mi lado me siento un poco más yo; pero ya no siento que sea fuerte porque él esté a mi lado, sino que lo soy gracias a él pero sobre todo porque yo he decidido serlo. Porque con su forma de quererme, de alguna manera me ha alentado a ser mejor persona.

Con Taylor aprendí que hay personas que nos quieren de una manera especial. Y no tiene que haber un motivo, simplemente ocurre. Amo a Taylor con todo el alma y él me ama a mí y lo sé porque su sola presencia me llena de paz y me hace sentir en casa. Taylor me ama por como soy, con mis cicatrices y mis demonios, y no los intenta domar, sólo intenta entenderlos. Taylor me quiere sin filtros ni medias tintas. Con él es o todo o nada y yo le quiero dar todo lo que tengo y lo que soy porque no merece menos.

Hace dos años que conocí a la persona más bondadosa y la que sería más importante de mi vida y hace ya un tiempo que decidí quedarme ahí, a su lado, dejando a un lado los miedos.

- ¿Has terminado, cariño? - me pregunta en un susurro después de haber perdido la cuenta del tiempo que llevábamos allí, frente a la tumba de Max.

Sonrío a la foto de mi amigo que será eterna en su lápida, le doy un último saludo y me giro hacia mi novio.

- He terminado. Vayamos a casa.






*Tres años después*

- ¡Vivan los novios!

Mi hermana y Tony - no me acostumbraría jamás a llamarle cuñado - salen de la iglesia entre vítores y puñados de arroz. Taylor está carcajeando a mi lado mientras sigue tirando arroz que se ha guardado incluso en los bolsillo de los pantalones y yo río con él porque es imposible no seguirle la carcajada cuando le da el ataque de risa.

Copas de champán, velas, flores y mesas decoradas en tonalidades tierra hacen del gran salón de la celebración, uno de los lugares más bonitos en los que haya estado nunca. Tony y Bea están bailando en el centro de la pista y están tan enamorados que juro que rebosan corazones por el aire. Tony mira a mi hermana con una promesa que estoy seguro que solo ellos saben y ella le responde con una sonrisa que a nadie más le ha dedicado.

Waterloo | Taynick | Taylor Zakhar & Nicholas Galitzine Donde viven las historias. Descúbrelo ahora