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No podía pensar en otra cosa que no fuera en Taylor por mucho que lo intentara evitar y el no tener excusa para vernos no hacía más que complicarme a mí mismo un poco más.

Y lo peor en todo esto era que lo echaba de menos.

Maldita sea, habían sido nueve meses... y me había acostumbrado a estar con él cada día, desde primera hora de la mañana hasta casi la hora de la cena que llegaba Bea, y ahora que se había acabado... lo echaba de menos.

Muchísimo.

Y eso que al principio juraba que lo odiaba... qué idiota había sido y qué equivocado había estado todo este tiempo.

Porque ahora entendía que lo que alguna vez creí sentir por Max, era insípido e insulso en comparación a lo que Taylor me había hecho sentir desde el principio.
Desde aquella noche que habían pasado juntos, había estado tentado a escribirle pero por otro lado, ¿con qué excusa? Ya no había nada de lo que hablar. Él mismo se había encargado de cargarse lo que podrían haber sido.

Y además, estaba el hecho de que Lydia y yo estábamos buscando apartamento para mudarnos; ¿cómo hablarle después de todo? Debía ser consecuente con mis actos, pero eso tampoco restaba la maldita sensación de opresión en el pecho cada vez que pensaba en él, y que por otro lado, era todo el tiempo.

Al menos, mientras Lydia y yo encontrábamos algo, podía vivir con Bea en su apartamento, y vivir con mi hermana era estar con la constante esperanza de verlo en cualquier momento.

- ¿Te vienes esta noche a la bolera con Lydia?

Bea estaba terminando de colocarse una chaqueta vaquera que combinaba con sus pantalones y el top negro que se ajustaba a su cuerpo. Mientras, yo miraba por vez un millón mi móvil, sin éxito de nuevo mensaje.

- No creo que sea bueno para mi pierna ahora que estoy recuperando la fuerza en ella - ni siquiera la miro cuando respondo.

- Bueno, como quieras. Le daré recuerdos a Taylor de tu parte.

Dejé el móvil a un lado en cuanto escuché su nombre.

- Espera, ¿Taylor va a ir?

- Si, vamos algunos del equipo médico... ah y Max y Mónica también vienen.

- Vale, entonces me cambio y me uno - digo levantándome todo lo rápido que puedo.

Escucho de fondo una risa que proviene del salón y que por supuesto es de mi hermana, pero que decido ignorar para no perder más el tiempo.
Llevaba una semana sin verlo, y la última vez que lo vi fue en aquel bar con ese tipo que no se despegaba de su lado.

- ¿No decías que no era buena idea para tu pierna? - pregunta con ironía cuando me ve salir de la habitación vestido con un simple pantalón vaquero y una sudadera.

- Estoy aburrido de estar todo el día aquí metido - digo rodando mis ojos.

Cuando llegamos a la bolera, algunos compañeros de mi hermana ya están allí. Incluso Max y Mónica junto con Lydia que llega y me deja un leve beso en la mejilla que recibo con una sonrisa.

No puedo evitarlo, es llegar y buscar esa maraña de rizos oscuros y esa sonrisa contagiosa, aunque todavía no había llegado. Tengo un pellizco en mi pecho de pensar en volver a vernos, y a decir verdad, en mi cabeza ya he imaginado cientos de maneras de acercarme a él y posibles escenarios. Quizás estoy exagerando, quizás estoy pensando de más las cosas... pero desde aquella noche me veo en la imposibilidad de quitármelo de la cabeza.

La primera ronda de cervezas llega a nuestra mesa y la partida comienza a correr aunque yo decido mantenerme al margen. Al menos, Max está a mi lado y yo no me siento tan imbécil por haber venido esperando ver a Taylor cuando claramente, no va a venir.

Waterloo | Taynick | Taylor Zakhar & Nicholas Galitzine Donde viven las historias. Descúbrelo ahora