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Ni siquiera nos despedimos, Taylor tomó mi mano y salimos sin mirar atrás. Llamó al primer taxi que pasó por allí y nos montamos en él.

El taxi nos dejó en la puerta de su apartamento.

Taylor vivía no muy alejado de la base ni de la discoteca, tan sólo unos quince minutos en coche, que de depender de mi cojera con el bastón, hubiesen sido dos horas.

Cuando abrió la puerta pude ver un espacioso salón de paredes y muebles blancos.

- Siéntate si quieres y ponte cómodo - dice rompiendo el silencio mientras se dirigía a la puerta del extremo - voy a coger algo para beber.

Toda la valentía que había sacado hacía unos minutos, se había escurrido entre mis dedos en el viaje hasta aquí y ahora lo único que tenía era vergüenza por haber hecho y dicho todo lo anterior.

Taylor volvió con un par de cervezas en las manos y se sentó a mi lado en el sofá; no lo pensé demasiado y bebí a morro de ella y él me imitó en silencio.
Al parecer no era el único al que se le había esfumado la fuerza.

- Así que hoy tenías una cita - decido ser el primero en romper el hielo que se ha construido de repente entre los dos.

- ¿Qué?

- Me lo ha dicho Bea, por eso has llegado tarde, ¿no? Por tu cita.

Taylor ríe para si mismo a la vez que niega con la cabeza y bebe un trago de su cerveza antes de dejarla de vuelta en la mesa pequeña que tenemos justo enfrente.

- Nick, no he tenido ninguna cita - dice al fin - he cenado con mis padres, por eso he llegado tarde.

Suspiro sin poder evitarlo con tranquilidad.

- De todas formas, ¿y qué si hubiese sido verdad? Estoy soltero, puedo hacer lo que quiera.

- No he dicho lo contrario.

- ¿Entonces por qué preguntas?

- Simple curiosidad - respondo y bebo otro trago, dejando mi cerveza al lado de la suya - lo que no entiendo es por qué Bea me ha mentido.

- Creo que buscaba ponerte celoso - me mira con una sonrisa ladeada que no intenta ocultar como otras veces - y también creo que lo ha conseguido. ¿Me equivoco?

Tenía dos opciones: o mentir o decir la verdad.

Y la verdad era que por una noche quería ser él mismo y dejar las mentiras a un lado. Aunque sólo fuese por una noche.

- Es verdad - respondo mirándolo a los ojos - me he puesto celoso.

- Nick... te juro que me vas a volver loco - está serio, ya no hay sonrisa en su boca y su mano está apoyada sobre su rodilla.

Está totalmente vuelto hacia mí, su costado recae sobre el sofá y tiene su brazo de lo más casual apoyado sobre el respaldo, llegando su mano directamente a mi cuello, dejando leves caricias que despiertan mi piel.

- Ya te dije que me confundías - murmuro perdiendo mi mirada entre sus labios - me confundes... muchísimo.

Hemos empezado a acercarnos tanto que el espacio entre ambos se vuelve casi mínimo. Hablamos entre susurros, su colonia se funde con la mía y sus ojos van todo el tiempo desde los míos hasta mi boca, una y otra y otra vez.

- Te lo voy a poner fácil - susurra sin dejar de mirar mi boca - ¿Qué quieres hacer, Nicholas?

Sus dedos están dejando un leve baile de caricias en mi nuca, enredándose en mi pelo.

- ¿Y eso es ponérmelo fácil? - musito.

- Por esta noche, permítete ser sincero contigo mismo. No voy a volver a preguntártelo. ¿Qué quieres hacer, Nicholas?

Waterloo | Taynick | Taylor Zakhar & Nicholas Galitzine Where stories live. Discover now