2

1.5K 217 160
                                    

Se sentía vulnerable si admitía en voz alta que le aterrorizaba como la mierda Irak y su misión, por eso, mientras iban camino a su nuevo destino, se mantenía en silencio intentando no pensarlo demasiado.

Su padre se había despedido de él con un "estoy orgulloso" y su madre, entre lagrimas, le había pedido volver sano y salvo. Bea también había llorado pero en un abrazo silencioso para no preocuparlo más de lo que ya lo estaba.

- ¿Qué te preocupa, Nicky?

- ¿De verdad me lo preguntas? - susurré intentando que nadie más nos escuchara en el avión - vamos a la jodida guerra... eso me asusta.

- No es como si nos destinasen al campamento base principal.

Sé lo que Max está intentando, pero en estos momentos definitivamente nada podría tranquilizarme.

- Lo sé, lo sé - susurro.

Entonces Max pone su mano sobre mi rodilla y le da un leve apretón que siento directamente en la boca de mi estómago, dejándome casi sin respirar.

- Eh, de verdad, todo va a ir bien.

- Son muchos meses destinados - susurro sin molestarme en ocultar el terror en mi voz.

- Lo superaremos juntos.




Doce horas después, el calor abrazador y el polvo del desierto nos da la bienvenida. Llegamos en varios jeep hacia el campamento, donde nos destinan a los diferentes barracones para mostrarnos nuestras habitaciones. Si no fuera porque Max está conmigo, estaría temblando.

Los primeros días definitivamente son los peores.

Los bateos por las calles que ahora sólo albergan escombros, el ayudar a niños pequeños a pasar entre chabolas porque temen pisar granadas escondidas. Esto es puro terror y dolor. Una guerra inmerecida y eterna.

Uno de los días de rastreo, Max y yo acabamos presenciando como un niño de unos nueve años casi pierde la vida por culpa de una bomba que estalló peligrosamente cerca, y ahí fue donde entendí que no sabía que cojones estaba haciendo yo aquí.

- Cuando vuelva, le pediré matrimonio a Mónica.

Max no dejaba de hablar en el camino de vuelta a la base; y yo me dedicaba a no escuchar demasiado excepto esa última frase que resonó con pesar en mi pecho. Sabía que lo que sentía por él no sólo era secreto sino imposible pero supongo que aún así, en el fondo, siempre esperé un milagro.

- ¿No somos todavía muy jóvenes para eso?

- Si yo lo tengo claro, me da igual la edad - susurra mientras observa la foto de ellos dos que siempre guardaba en su cartera.

A diferencia suya, que la foto de mi cartera era una con él; sonrientes.


No pudimos hablar mucho más, porque la bomba nos alcanzó.









Fogonazos de luces cuando abro mis ojos antes de volver a la oscura y absoluta oscuridad. Voces de terror y miedo. Gritos. Dolor insoportable en mi pierna derecha.

Intento mantenerme despierto e intento gritar el nombre de Max en vano, porque la voz decide no salir de mi cuerpo. Ni siquiera puedo moverme.

¿Estaré muerto?





- Nick.... Hijo despierta.

- Sigue inconsciente, mamá - no podía abrir mis ojos pero si reconocer la voz de mi hermana.

Mi hermana... ¿qué hacía en Irak?

- ¿Y si no despierta nunca?

- Mamá ha sido una operación de más de quince horas y me he ocupado personalmente de que haya sido un éxito; despertará.

Waterloo | Taynick | Taylor Zakhar & Nicholas Galitzine Where stories live. Discover now