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Resultaba embarazoso y algo bochornoso que mi primera cita estuviese ocurriendo justamente en ese momento, en ese bar, con ese hombre y en fin... a mis veinte años de edad. Pero las cosas no siempre sucedían como lo planeábamos y yo tampoco iba martirizarme más por ello. Esto era lo que había y esto era yo; una especie de virgen gay anticuado que recién se estaba descubriendo así mismo.

- ¿Cerveza? - preguntó Tay mientras me pasaba una jarra llena.

- Claro - respondí con vergüenza.

La verdad en todo aquello no era que me diera vergüenza beber una cerveza con Taylor en un bar que estaba lleno de soldados que conocía de vista de la base militar; la verdad de todo aquello era mucho más simple: era mi primera cita y no tenía ni maldita idea de qué cojones se hacía en una primera cita.

Brindamos con nuestras jarras y bebimos un trago; Taylor no dejaba de mirarme sonriente y en cambio yo... no dejaba de mirar a todos lados, observando con cautela como el resto de la gente en realidad estaba haciendo su vida y no le importaba en absoluto el tiempo que yo estuviera pasando allí con él.

- ¿Estás bien, Nick?

- Si, si.. genial.

- ¿Quieres que juguemos a unos dardos?

Asentí mientras lo seguía caminar entre la gente del bar. Taylor iba guapísimo, tanto que molestaba mirarlo, porque con sólo unos jeans, una camiseta blanca y ajustada y una chaqueta de cuero negra ya hacía que cualquiera a su lado pareciera una mínima cosa parecida a un humano. Él era... extraordinario.

La partida acabó por terminar destensando poco a poco mis nervios.

- Al final esto no es tan diferente a disparar - digo sonriente cuando por tercera vez mis dardos dan en el punto justo de la diana.

- Si... que bonita metáfora - susurró Taylor.

Vale, igual yo estaba siendo un completo desastre y ahora Taylor se pensaba que yo iba disparando por ahí a la gente.

- Quiero decir, en las clases de tiro.. yo tenía buena puntería.. pero... osea... yo nunca...

- Cálmate soldado, te estaba vacilando - carcajea mientras toma sus dardos y hace sus intentos, verdaderamente tan certeros como los míos.

Al final no sé como, pero Taylor consigue ganarme por muy poco y dejamos la partida para tomar unas copas. Era absurdo que no supiera de qué hablar o qué hacer con él, cuando en estos nueve meses de sesiones justamente lo que no hemos parado de hacer era hablar.

No sabía cómo debía comportarme con él ahora que había admitido en frente de todos que Taylor me gustaba y eso me tenía nervioso y ansioso a partes iguales. Taylor acabó pidiendo una copa de ginebra con tónica y yo le seguí.

- Me alegra que tengas una dosis saludable de espíritu competitivo - me dice intentando cortar el silencio en el que nos encontrábamos.

¿Por qué sentía que la cita estaba yendo rematadamente mal?

- Y justo por eso mi padre me odiaba en el instituto - musito mientras doy un sorbo a mi bebida - "falta de implicación" lo llamaba.

- Bueno, si te sirve de algo, a mí me parece una cualidad de lo más encantadora... y seguro que tu ex pensaba igual.

- La verdad es que Lydia nunca se quejó de mí - susurré mirando mi copa, sabiendo que estábamos comenzando a entrar en un terreno terriblemente pantanoso.

- ¿Qué tanto os llegasteis a conocer? - bebió de su bebida pero no me miraba.

- Eh... supongo que lo justo. Tampoco es como si yo... tuviera mucha experiencia en... estar en pareja.

Waterloo | Taynick | Taylor Zakhar & Nicholas Galitzine Donde viven las historias. Descúbrelo ahora