Cap 30: ¿Qué quieren de mí?

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A cada paso mi cuerpo me pedía que retrocediera. Era una locura buscar a Liam, él se había ido y tenía que aceptarlo, pero simplemente no podía. Necesitaba hablar con él, al menos una última vez.

- Perdone, ¿la calle St. Peters? –pregunté con una sonrisa fingida a un hombre mayor que caminaba mirando sus pies.

- ¿Qué busca, señorita? –frunció el ceño mirándome a los ojos. –En esa calle no puede haber nada bueno. –elevó las cejas y suspiró.

- No soy de la ciudad, mi hermana me citó en esa calle para vernos. –continué con la sonrisa fingida. ¿Qué le importaba a ese señor lo que tenía que hacer en aquel lugar?

El señor me miró a los ojos fijamente. Esto cada vez me resultaba más extraño e incómodo. ¿Qué tenía aquella calle?

- Todo recto, te metes en la segunda calle y en el primer callejón se encuentra a calle. Ten cuidado joven, una señorita como tú no debería de andar sola por esas calles. –me dedicó una última mirada de reprobación y continuó con su camino.

Sin duda ese hombre me acababa de meter miedo en el cuerpo, sin embargo, era incapaz de darme la vuelta y olvidar aquella santería.

Seguí las indicaciones del anciano y me adentré en la segunda calle. Por un momento creí que me había trasladado a otro mundo.

El barrio rico que acababa de dejar atrás se había convertido en un suburbio de clase baja, sin alcantarillado, ni alumbrado, ni si quiera propiedad privada.

Sentí cómo mi pecho se encogía al ver a los niños andar descalzos, se casa en casa, corriendo, jugando...

Tuve que dejar de andar al sentir un terrible dolor en la tripa. Un pinchazo que realmente me obligó a sentarme en el suelo.

Un niño de ojos oscuros se acercó a mí y frunció el ceño.

Sus ojos me cautivaron desde que fijó su mirada en mí.

- ¡Jesse! –una mujer con los mismos ojos que el niño salió de una de las casi destruidas casas, y cogió el pequeño de la mano. –Perdone señorita... -la mujer me miró directamente a los ojos, como su hijo acababa de hacer segundos atrás. - ¿Se encuentra bien? –preguntó colocando una mano en mi frente.

- Sí...sólo fue un dolor en la tripa. –sonreí de medio lado.

Él niño se aferró al vestido florido de su madre y llevó su dedo pulgar a la boca. Sentí que me llenaba de ternura, y a la vez, de rabia. Era injusto como algunos niños eran llenos de regalos innecesarios, caprichos no merecidos y las mejores marcas, mientras otros vivían en estas condiciones.

Yo no quería que mi hijo sufriera de esa manera. Pero ese futuro aún estaba por llegar.

- Tranquila. –sonrió dulce. –A todas nos ha pasado. –agarró fuertemente mi mano. –Viene a la santería, ¿verdad? Déjeme que los acompañe. –miró a mis espaldas y sonrió.

¿Por qué hablaba en plural? ¿Por qué había mirado detrás de mí? No pude evitar girarme y mirar.

No había absolutamente nada.

Respiré hondo de nuevo.

La mujer caminaba aferrada a mi mano, mientras que de la otra, el pequeño de ojos oscuros caminaba con gracia, se daba la vuelta me miraba y saludaba con su manita libre.

Ese niño había hecho efecto en mí.

- Aquí estamos. –anunció la señora mirando la puerta de la santería. –Puede estar tranquila. Todas sus dudas serán resueltas aquí. No tenga miedo, señorita, no la ocurrirá nada. –fruncí el ceño mirándola a los ojos.

✝Through The Dark #2T✝ |L.P & Tú|Where stories live. Discover now