CAPITULO 27 - ODIO LAS EXCURSIONES

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8:10 de la mañana, cien estudiantes entusiasmados por ir de excursión a un caserío perdido entre las montañas, estar todo el día de pie mientras te explican el proceso de reproducción de ciertos animales, mancharte las botas de barro, tener frio porque estamos en diciembre y comer a la intemperie, con ganas de vomitar constantemente porque tienes al lado mierda de vaca, ese es un resumen perfecto de la excursión anual que hacemos a los caseríos, cada año vamos a unos, cada año se me pierde algo, o el móvil, o la chaqueta, o las ganas de vivir, el caso es que otra vez tocaba pasar por la tortura de tener que visitar una explotación de animales, porque después tendré que hacer un trabajo obligatorio, con los tres mono neuronales de mis amigos, uno se la pasará borracho, otro comiendo y el otro liándola, cada año es igual, tengo una necesidad de compromiso con ellos, para que no suspendan y no tener que quedarme solo, y pasar del infierno de Dante al de las mil y una noches, e ir bajando progresivamente.

Llegaron tres autobuses, cada uno para cada clase que iba, por suerte no tendría que mezclarme con los de letras, Aurelio y Feconi se sentaron juntos, Pau se sentó con su nueva novia que era de otra clase, pero se había colado en nuestro autobús, cuando vi limitado mi destino a tener que sentarme en primera fila o con un friki con gafas y pecas y un libro en la mano, ósea, un pelota total, o con un cani, tres tatuajes, ceja rapada y vomitando en una bolsa, una linda voz salvadora de mi lamentable destino, me llevo desde las tinieblas al paraíso.

¿Quieres sentarte conmigo?

Era Barane, no sé si se había puesto mucho maquillaje ese día o si estaba más roja que un tomate por la vergüenza de pedirme tal cosa, obviamente acepté cualquier cosa sería mejor que tener que pasar hora y media sentado en primera fila con uno de aquellos dos inadaptados, además en la segunda fila estaban las dos profesoras que nos acompañaban, la primera era la profesora de matemáticas, cabrona como ella sola, si en algún momento de la excursión nos despistábamos estaba convencido de que nos pondría a hacer funciones, tenemos la teoría de que lleva peluca, porque en 4 años con ella nunca la hemos visto con otro pelo, aunque de serlo no llego a comprender como a alguien le gustaría llevar en la cabeza algo que parecen unos espaguetis a la boloñesa, sentadita al lado muy calladita y mirando a un punto fijo estaba la profesora de inglés, de unos estimados ochenta años, dio incluso clase a padres de actuales alumnos, sus clases son un somnífero, puesto que no puede decir tres frases seguidas sin beber agua, yo creo que viene a esta excursión porque puede que sea la última, teme mañana despertarse y perder la movilidad de todo el cuerpo, aunque en verdad lo único que deseamos todos es que se caiga por una cuesta, porque si no nos va a ir retrasando todo el día, en la mano llevaba una jaula, en la que iba un lagarto, dijo que no podía dejarlo solo una noche.

El conductor era un inútil, todavía tengo la duda de si es un autobusero mileurista aficionado a la fórmula 1, o de si es un asesino a sueldo, que pretende matarnos a todos tirándose por un barranco, porque definitivamente no sabía conducir, le debió de tocar el carnet en una tómbola, porque era un lento y un patán, tenía la típica gorra azul de conductor que te reduce considerablemente el campo de visión, también contaba en la mejilla con una cicatriz, probablemente por el contacto con un cristal en un accidente previo, medio autobús estaba vomitando, la pota me llegaba por las rodillas, sin embargo, Barane parecía estar feliz, con cada curva peligrosa mal cogida por el conductor aprovechaba y se pegaba a mí y soltaba una pequeña carcajada, igual se pensaba que estaba en una montaña rusa para aliviar los dolores.

Por fin llegamos a un descampado perdido en la mano de dios, salimos moribundos del autobús, las otras clases estaban perfectamente, en cambio, nosotros parecíamos que habíamos pasado por un tiroteo, inalado gas venenoso e injerido todo tipo de pastillas de la diversión, a lo lejos se veía un pueblo, teníamos que pasar por el para llegar a nuestro objetivo, un aproximado de una hora más de viaje, que teniendo en cuenta nuestro estado y el lastre que es la profesora de inglés, ese tiempo seguramente se vería aumentado, por suerte encontramos una fuente que aunque había un cartel de agua no tratada sanitariamente nos la sudo bastante.

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