CAPÍTULO 24 - ODIO EL ''TU MADRE''

20 2 0
                                    

Sentados en un muro de concreto de un metro y medio nos encontramos sentados Pau y yo, yo con un paquete de pipas en la mano derecha y con un batido de fresa en la izquierda, él con una botella de alcohol en la mano derecha y arriscándose los huevos con la izquierda, y otra vez más se le había olvidado traerme mi dinero.

Pau que le había dejado otra de sus novias ahora convertidas en, personas que han conseguido escapar de los nulos encantos de un galán impotente, estaba más bien alegre, y al preguntarle a que se debía su recuperación de la fertilidad, me sorprendió que este ya tenía un nuevo objetivo, una nueva persona a la que traumatizar a la hora de que se toquen sus lenguas, pobre alma en pena, se va a contagiar de mononucleosis, solo hay un aspecto de mi vida en el que reniego de mi virilidad, a la hora de ser cotilla, no pude evitar quien era, a lo que respondió entrecortado por las carcajadas.

Tu madre.

Parece ser que tenemos a alguien que ha desayunado payaso, en mi mente se empezó a dibujar una imagen suya disfrazado de ello, eso sí, sin bulto en los pantalones, porque como se le ocurra hacer una broma más de ese tipo le hago una castración manual a la antigua usanza, al menos el pobre ya no tendría que pasarlo mal al tener que salir cachondo a la pizarra por mirarle el culo a la tía de delante suyo.

Nos decidimos mover de allí, solo para estirar las piernas, y cuando vagábamos por las calles sin un rumbo fijo, yo andando normal y mi amigo haciendo eses, me propuso ir a mi casa para ver algo, volví a cometer el error de preguntarle a esa rata alopécica y malparida, el porqué de dicha propuesta, y me di cuenta de que era indecente.

A ver a tu madre.

Mira chaval, me voy a quedar sin insultos para decirte, a pesar de que tu cara parece una caricatura sin siquiera ser exagerada, lo peor es que se reía, como si su chiste fuese el Zeus del olimpo, como si todos los monologuistas que sobreviven a base de limosnas, y que sueltan maravillas literarias para apenas llegar a fin de mes, no se le acercasen a su desfachatez humorística.

Pensé por un momento en hacer también un chiste relacionado con su madre, pero esta tiene un número de kilogramos incontable, los pechos por las rodillas y el bótox parece que se lo ha puesto mi tío Bartolomé por 5 pavos.

Tu madre, tu madre, tu madre, llevaba así toda la tarde, ¿has hecho los deberes? Me los ha hecho tu madre. ¿Mañana que vas a hacer? Tirarme a tu madre. ¿Eres imbécil? No me dice lo mismo tu madre después del polvo, llevaba así toda la tarde, de repente ''tu madre'' se había convertido en su recurso a cualquier pregunta, llegué incluso a pensar en degollarle con una piedra, pero me habría dicho que si me atrevía se tiraba a mi madre.

Entre preguntas con finales predecibles y collejas que le metí como aviso, seguíamos caminando sin rumbo por las calles, la única noticia buena es que Pau iba ya muy pedo, y yo le rezaba a dios por si se podría atragantar con su propio vómito.

Nos encontramos con dos chicas, y no le faltó tiempo a mi amigo para acercarse a hablarles, definitivamente mi amigo estaba infinitamente borracho porque eran dos tías que no llamaban la atención por su finura y elegancia, bajitas, encorvadas y la cara como si fuese un puzle desando ser resuelto.

Tras intercambiar unas cuantas palabras una de las chicas se había quedado embobada con mi amigo, la otra me intento hablar, pero le dije que tenía novia, probablemente le parecí un gilipollas, pero ella tampoco me causo muy buena impresión, llegue incluso a dudar si lo que olía eran los cubos de basura de al lado o a ella.

En un momento la chica que estaba con mi amigo le dijo.

¿Tienes novia?

Me dio una arcada y posteriormente una pequeña carcajada, mi amigo no era precisamente el David de Miguel Ángel, pero estaba para algo más, aunque en un momento me llegué a asustar, ya que iba borrachísimo y una persona que no le gustaba estar sola, cuando cogió aire para hablar, temí que podría hacer una tontería, así que me abalance sobre él para evitar que dijese nada cuando expresó.

Si, me gusta su madre.

Aproveche que estaba encima suyo para meterle un buen puñetazo, no se le saltaron los dientes, ni se le puso el ojo morado, por desgracia, pero al menos se quedó callado el resto de la tarde. 

ODIO ODIAR TODODonde viven las historias. Descúbrelo ahora