CAPÍTULO 23 - ODIO IR AL CINE

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Ir al cine hoy en día es una odisea, probablemente recordarás lindos momentos allí cuando eras pequeño, viendo absurdas películas de juguetes salvando el mundo, o superhéroes con nombres genéricos, eras feliz, no lo sabías, porque todavía no te habías pegado una ostia contra una pared llamada álgebra.

Me dieron ganas de ir al cine, así que llamé a Feconi y a Pau, con Aurelio no vuelvo a ir a un establecimiento público, ni siquiera si le amputan las manos y los pies, además ir con ellos dos no me supondría problemas, Pau de la resaca probablemente se dormiría, y a Feconi le compraría unas palomitas, para que coma, posteriormente engorde y aparezca en mi vida con 300 kilos.

Lo primero era elegir una película, entre toda la cartelera llena de secuelas intranscendentes, cine de humor español con más mala pinta que un bolso de los mercadillos, pensé que ver una película húngara, sin traducir al español, subtítulos solo en inglés y un poster que parece que lo ha hecho un niño de 5 años sería una buena idea y como probablemente la sala estaría medio vacía, si me apetecía me hacía una paja.

Lo prometido es deuda, me dirigí a la tienda para comprarle unas palomitas y un refresco a mi amigo, pero algún hijo de puta al que no le explicaron cómo va la economía, decidieron venderlo a un precio prohibitivo, tras casi darme un infarto, hacerle un corte de manga al dependiente y casi echarme del cine, le compré una piruleta para que chupe, espero que no coja el hábito.

Fuimos a comprar las entradas, por un momento pensé en comprar cuatro entradas, para que Feconi y su barriga estuvieran cómodos, pero como las ratas no han traído dinero y me toca pagar a mí, que se aguante y que adelgace.

No entiendo como un cine que está en un descampado, en un polígono enorme, azul oscuro, tiene tantas salas, 5 gatos contados vienen aquí al día a ver una triste película de los años oscuros de España, o defraudan a hacienda, o no entiendo como ganan dinero para subsistir, empezaba a creerme el precio de las palomitas.

Llegamos a la sala, los asientos en todo el medio, y la sala prácticamente vacía, se sienta Feconi a la derecha, Pau en el medio, si pensabais que yo me iba sentar ahí estáis equivocados, sentarse entre dos tíos es de gays.

Arriba del todo había una madre con una niña pequeña, en sus ojos a parte de verse unas grandes ojeras, reflejado se veía el insomnio de la noche anterior, cuando su hija se acordó de que tenía que hacer una casa de macarrones, a unos cuantos asientos un abuelo, dormido o muerto, estaba descansando tranquilamente, yo diría que lleva veinte años jubilado, en la primera fila había un tonto, no lo conozco de nada, pero si te sientas ahí muy listo no debes ser, entre las filas del medio a la derecha, había una chica con unicejo, o chico, o ambas, lo que si tengo claro es que no era precisamente normal, por último había dos gemelos, los padres en paradero desconocido, no sabría decir donde estaban porque no paraban de moverse, en el tercer anuncio llegó un chaval de unos treinta años, tenía pinta de ser muy friki, con un peluche en la mano, definitivamente el tipo de persona que vería este largometraje, su pelo era como el de Blas pero rizado, y de todos los asientos posibles se sentó delante mío, no me dejaba ver, por suerte en mi mochila traía unas tijeras de punta redonda, le corte unos centímetros, por mi bien y por el suyo.

Empezó la película, los guiones escritos en una desagradable Comic Sans y el protagonista se asemejaba al de un culebrón mexicano, iba con el pecho al descubierto y sin depilar, los pelitos estaban rizados y grasosos, como si se hubiese echado aceite para que tuviese más brillo.

Feconi debió encontrar algo de dinero entre sus lorzas, así que aprovechó y se compró unas palomitas de colores, estaba comiéndolas tranquilamente, cuando uno de los dos niños que estaban solos, el cual media menos de un metro y tenía las paletas como un conejo, se coló entre los asientos y le robó unas palomitas, Feconi grito cabreado, despertando tanto a Pau como al abuelo, me alivió un poco, si ese señor estaba muerto nos podrían haber echado la culpa, el vejestorio, que era un saco de huesos, nos dijo con voz leve pero enfurecido, los jóvenes de hoy en día hacéis mucho ruido, ¿Que cliché no? Este ha salido de una película de Disney.

El señor no se volvió a dormir, pero quien sí lo hizo fue Pau y la madre de la niña, hasta que el bobo que estaba en la primera fila se puso a gritar.

¡Me meo! ¡Me meo!

Espero que fuese o mentira, o que llevase pañales, el caso es que despertó a la madre y a Pau, Pau se volvió a dormir, y la tía que estaba a la derecha también. En este punto la niña pequeña con un lazo rosa se había unido a los dos niños para tocar los cojones, trazaron un plan para robarle las palomitas a Feconi, así que después de arrebatárselas, salieron corriendo de la sala, Feconi les persiguió, y el tonto de la primera fila también salió tras ellos mientras gritaba.

Esperarme, que me da miedo ir solo al baño.

Menudos personajes que había en la sala, yo creo que eran todos sacados de un manicomio, o nos estaban haciendo una broma oculta, tras el nuevo alboroto, Pau y la tía se despertaron, Pau se volvió a dormir y el friki de delante mío también.

En un momento en la película empezaron a meter tiros, que no entiendo porque si se suponía que era de romance entre tía con tetas y tío con abdominales, del ruido que hizo se despertó Pau y se volvió a dormir, el friki por su parte al despertarse dijo que era un arma con un nombre rarísimo, un cargador de muchas balas y un buen calibre, se empieza así y acabas en el ejército, calvo y llorando por las noches porque echas de menos a tu mama, que está en su casa celebrando, porque su hijo de treinta años se ha emancipado y va a poder gastarse su pensión en el bingo.

Pau se volvió a levantar, sin decir nada salió de la sala, la tía salió detrás de él, igual sí que es verdad que mi amigo es atractivo, pero como no soy gay no opino. Tras la retirada de tanta gente de la sala solo quedaban, la madre, el abuelo y el friki, y los tres estaban dormidos.

Ya me habían tocado bastante los huevos, y no de masajearlos, eso me dejaba con sed de venganza, al vejestorio le quité el bastón, a la mujer arrebaté su bolso, por último, al chico friki le quité sus gafas, cogí un mechero que tenía la mujer en su bolso, junto con un ticket que también residía en el mismo lugar, quemé el ticket, lo acerqué a un detector y la alarma empezó a sonar al mismo tiempo que la habitación se empezaba llenar de agua para intentar apagar el inexistente fuego.

Salí de allí inmediatamente, la señora estaba buscando su bolso, como no lo encontraba se quedó en la sala, aunque se estuviese calando, después le echo la bronca a su hija y a los dos niños pensando que fueron ellos, el vejestorio directamente sin su bastón no se podía mover, y el friki sin sus gafas, para cuando salió, se había caído por las escaleras, dado golpes contra todos los asientos y partido sus dientes.

A Feconi me lo encontré en la cafetería comiéndose una tortilla de un metro de radio y a Pau en el baño bebiéndose una botella de alcohol, por suerte no estaba con aquella ''chica'', huimos de allí inmediatamente, no sin antes comprarle unas palomitas más a Feconi para que se entretuviera y a Pau lo cargué por que iba más lento que un caracol con anestesia. 

ODIO ODIAR TODOWhere stories live. Discover now