CAPÍTULO 18 - ODIO LAS FLAUTAS

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Entro a clase a la misma hora y con el mismo entusiasmo de siempre, empiezo a sacar los libros de la mochila cuando noto la ausencia de un objeto, la flauta.

Es muy tarde para volver a casa a por ella y pedírsela a algún compañero es una opción totalmente descartada, un escalofrío recorre mi cuerpo, si no puedo tocar la maldita canción tendré un cero y si tengo un cero, ¡Mis padres me van a matar!, no sé cómo lo hago, pero siempre acabo en la misma situación, ¡Maldito palo alargado con agujeros que reproduce espeluznantes sonidos!

Mis tímpanos se han descompuesto después de escuchar tocar a algunos de mis compañeros, estoy seguro de que mi nota no se alejara tanto a la suya teniendo en cuenta que la cara de la profesora transmite el claro mensaje de, no gano lo suficiente como para tener que soportar esto, querida profesora he de decirte que algunos estamos peor, tú cobras, yo en cambio, pago y soporto, parezco masoquista.

Te toca.

Esas palabras que se dirigían a mí en busca de alguien que sabría tocar bien la endemoniada flauta, interrumpieron mis travesías mentales, yo respondí.

No la tengo.

Que te la deje alguien. – Me respondió.

Inmediatamente me doy cuento de como todo el mundo me mira mientras sostienen una flauta en sus manos que me apunta, ¡me siento intimidado!, a pesar de que todo el mundo me ofrece la flauta las dos opciones más cómodas están a mis costados.

A la izquierda una chica y a la derecha un chico, podría levantarme e ir a pedirle la flauta a un amigo, lo cual sería menos incomodo, pero hay mucha gente mirándome y mis cinco sentidos, músculos y articulaciones están bloqueadas, coger la flauta y tocarla con los labios sería como dar un beso indirecto, decido escogerlo en base a un método muy serio, al azar.

Giro un bolígrafo sobre la mesa, primer intento señala adelante, no hay nadie delante de mí, estoy en la primera fila, segundo intento señala hacia atrás, no hay nadie, la persona que ocupa ese asiento se había acatarrado y no había venido, tercer intento, mis ojos miran como el bolígrafo gira y vuelve a girar, la gente ya me mira extrañada, vuelve a señalar hacia atrás, lo vuelvo a girar una vez más, derecha, por fin sale el resultado, agarro la flauta, doy las gracias y toco la canción, al menos no lo hice tan mal, pero la profesora sigue con la misma cara de amargura. 

ODIO ODIAR TODOWhere stories live. Discover now