CAPÍTULO 16 - ODIO SALIR DE CASA

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La calle es muy peligrosa, te puedes encontrar con todo tipo de personas, pero a veces los más maleantes no son la gente que no conoces, sino los que van contigo.

La primera vez que salí de casa con amigos fue hace tres años, no recuerdo mucho de aquello, puesto que mi sabia mente borra los recuerdos traumáticos, lo único que recuerdo es de conversaciones estúpidas y de hacer una broma a un número de atención al cliente, para nosotros eso era el sumo de la comedia, dábamos mucha vergüenza, desde entonces la frase salir de casa es tabú en mi vocabulario.

Ayer, tras más de tres años saliendo de casa para lo justo y necesario, un amigo me propuso ir hoy a un centro comercial, dadas sus súplicas me vi en la obligación de aceptar.

El otro día estaba leyendo un libro, ninguno de los personajes tenía nombre, eso no me gusto, por eso decidí ponerles seudónimos a los míos, os presento a Feconi.

Se llama así por los elementos químicos fe, co y ni, que son el hierro, cobalto y níquel, estos elementos se encuentran juntos en la tabla periódica y al estudiarla me los aprendí de esta manera, para que os hagáis una pequeña idea de cómo es Feconi, os diré que es el tipo de persona que hace una chuleta en la hora antes del examen, le pillan y le ponen un cero, es todo un maleante.

Mas tarde se nos acopló Aurelio, pensaréis que es su nombre normal pero no, es otro apodo, au por el oro, re por el renio, li por el litio y o por el oxígeno, Aurelio es más parecido a mí en personalidad, su rasgo más característico, es una peca en la punta de la nariz de cuatro centímetros de diámetro.

8:00 de la tarde, llegué al lugar que me indicó, como jóvenes nacidos en pleno siglo veintiuno, lo primero que hicimos fue ir al apartado de tecnología, vi un ordenador que me gusto, mil euros, calculé cuantos cumpleaños han de pasar, por cada uno me dan cincuenta euros, pagándolo a plazos tardaría unos veinte años, ¡Me costaría menos tiempo pagar una hipoteca!

Un señor de seguridad se acercó a nosotros y nos dijo.

Venid conmigo.

Se me heló la piel, nos llevó a un cuartucho maloliente más pequeño que una piscina infantil, allí había un mueble en mal estado, una basura llena de vasitos de café y un condón roto, tenía posters pegados a la pared, entre uno de fútbol, un calendario de niños negros y otro de la formula 1, el que más resaltaba era el de una tía con tres voluptuosas bolas de playa, al verlo el Feconi más salido que el pico de una mesa se ruborizo, no quise comprobar si en su pantalón había florecido un bulto.

Tanto el guardia, Feconi y yo nos sentamos, creo que es obvia la razón por la cual fue a sentarse tan rápido, mientras Aurelio permanecía inquietado de pie y con las manos en los bolsillos, este no se había percatado del poster, a continuación, el segurata, con una rosquilla en la mano, después de haberle dado un bocado y todavía masticando dijo.

Se que habéis cogido un reloj, dármelo quien lo tenga.

Se dirigió primeramente a Feconi y tras este darle la negativa me pregunto a mí, le dije que me lo había metido por el culo, pero tras verle decidido a comprobarlo le dije que yo tampoco lo tenía, eso solo dejaba un sospechoso.

Yo tampoco lo tengo, no me gustan los relojes, de hecho, ya tengo uno en casa y además son super incomodos, y te dejan marca, y fallan mucho, y solo te dan la hora.

Repitiendo todo el rato la misma estructura de frase, dando explicaciones sin pedirlas, y miró tres veces a la esquina superior izquierda, signos inequívocos de que estaba mintiendo, el policía solo tuvo que acomodarse en la silla para que Aurelio dijese.

Vale, he sido yo.

¡Cabrón no podrías haber robado una puta chuche! Mira que hace falta ser mono neuronal para pensar que te vas a poder robar un triste reloj de mierda que mierda que apenas cuesta 200 cochinos euros, me cago en su madre y en toda su descendencia que no le pudo dejar una herencia genética intelectual de grandes capacidades.

Obviamente nos echaron, por suerte nos cayeron represarías ni a Feconi ni a mí, pero empalmarse en esa situación no creo que este muy bien visto.

Tras salir nos encontramos a una persona cortejando a una chica, o eso diría si este no le estaría pidiendo el Instagram 2 frases después del hola, este era el tercer y último amigo que había llamado el que se dio un golpe en la cabeza según nacer, Aurelio, este último patán de nuestro grupo de cuatro le llamaremos Pau, compuesto químico entre el paladio y el uranio, es todo un bandido del amor, aún más salido que Feconi, pero este posee de dotes lingüísticas con las que seduce a las que él llama ''sus gatitas'', o esto diría si la chica con la que estaba hablando huyó como si de la mafia se tratara, tras unirse a nosotros ya éramos un imbécil más para formar el rombo. 

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