XXV

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-Una Corona no se puede posar en dos cabezas.

-¿Intentaste... Tú, mortal, intentar despegarme de mi voluntad propia...? Pues yo me desharé de la tuya.

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- "Cordero... Estás demasiado herido... Te has roto los nudillos, ¿qué digo? ¡La mano entera!" - Decía Athen. Estaba en la enfermería, ya que habían atendido al Cordero después de haberse roto sus dos manos en aquel combate.

- "Je... Ya... Pero al menos... Tú y yo, hemos salido vivos... Es lo que importa... La Corona me curará... Tú tranquilo." - Decía El Cordero, viendo sus manos vendadas, y como sentía que tenía destrozado sus manos. Veía a la Corona Roja, ya que confiaba en que lo iba a recuperar. Después de la "mejora" que hizo Chemach, su Corona tenía grietas amarillas, que solo han hecho más que progresar y hacerse más grande.

- "...." - Athen solo miraba al suelo. Por su culpa, El Cordero se rompió las dos manos. Si tan solo hubiera sido más fuerte... Si tan solo... Ya daba igual. Además... Su Corona Roja no parecía estar en su mejor momento, y no parecía demasiado efectiva cuando la usó en combate.

- "¿Cordero? Por fin despertó. ¿Alguno de los dos me va a explicar que tontería hizo El Cordero para terminar así?" - Preguntaba Narinder con desinterés, ya que realmente no le importaba tanto. Solo había venido para burlarse un poco del Cordero herido.

- "Levantar a una mutación genética... Con mis dos propios puños... ¿Por qué lo preguntas, Nari? Acaso te sientes orgulloso de lo fuerte que-"

- "Claro que si, bien hecho Cordero, felicidades, has demostrado que tu valía es igual que tu estupidez, igual de grandes." - Dijo Narinder interrumpiendo lo que iba a decir el Cordero, y además, burlándose de él.

- "Bueno, ¿por qué no mejor dejamos que El Cordero descanse? ¿Vale?" - Decía Athen moviéndose hasta quedar al lado de Narinder.

- "Oh... Pero yo quiero un poco de compañía-"

- "¡Adiós Cordero! ¡Qué te vaya bien!"

-Athen y Narinder se fueron de la enfermería. Se alejaron de allí, y los dos continuaron hasta llegar a la cabaña de Narinder. Por el camino, no había mucho que decir, solamente habían seguidores hablando, trabajando, y por último, orando y venerando la estatua del Cordero. Nunca habían hablado mucho ellos dos, pero ninguno parecía muy interesado en hacerlo.

- "Sabes Narinder... Eh... La Corona Roja no parecía tan fuerte como yo creía..." - Decía Athen, ya que había empuñado a la Corona Roja como una espada, pero no parecía... Ser tan fuerte.

- "La Corona Roja tiene voluntad propia, pero El Cordero la ha sellado, ¿para qué o qué? No lo sé. Quizás eso la ha vuelto más débil, ya que al Cordero se le ha olvidado reforzar su poder, por lo cual, estarías usando una espada con un poder muy diminuto." - Narinder se preguntaba el porqué de la acción del Cordero, pero tampoco le importaba lo suficiente. Recordaba como era aquella Corona. Era un sádico, enfermo mental, y manipulador. Igual que su portador.

- "Je, gracias Narinder, aunque era una pregunta muy tonta, tenía curiosidad. Y oye... Tiene grietas... ¿Eso es bueno?" - Narinder miraba a Athen con cara de decepción. ¿Era tonto o se lo estaba haciendo?

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