XVIII

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-...Y se dirige directamente hacia mí...

-...Dejándome tonto y oscuro...

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-El Cordero se levantó en una camilla en su templo, debió de haberse desmayado, de seguro.

- "Estas vivo, Cordero. ¿Cómo te e-"

- "Cállate. Ni una sola palabra."

-El Cordero salió de su templo, saludó con una sonrisa a la secta, pero esa sonrisa se esfumó al visualizar el cadáver de aquel gato terco. Le invadió el sentimiento de nostalgia. Se le partía el alma al ver al pobre gato con un agujero ya con sangre espesa y coagulada, el agujero dejaba a la vista, el órgano encargado de bombear la sangre al cuerpo, el corazón, el cual estaba partido en dos.

- "N-nari..."

-El Cordero, agarró el cadáver, y lo llevó a su templo, bajo un subterráneo, donde puso el cadáver en una vitrina, descansado. Antes de ponerlo en la vitrina, le puso una corona de flores carmelia, y le juntó sus brazos abrazando una flor Carmelia. De paso, bendijo el cuerpo y lo limpió. La Corona se manifestó en un Cordero, pero oscuro y con un humo negro rodeándole, tocó la vitrina, y agachó la cabeza. El Cordero iba a tocar el hombro de la Corona para consolarlo, pero recordó su pelea, así que detuvo su mano ya a medio camino.

- "¿Que harás, Cordero? P-por qué no lo revives...?"

- "Tú no lo comprenderás... Bastardo sin sentimientos." - La Corona Roja al oír eso, se enojó. Tenía los ojos muy rojos, y apretó los puños, el humo se intensificó. ¡ÉL SI TENÍA SENTIMIENTOS! ¡NO SOLO SOY UN OBJETO! Pero... Seguía siendo su culpa... Se calmó y de su mejilla, una lagrima brotó. Una lagrima de sangre y pena verdadera, que, caería al suelo sin ser vista por El Cordero, que estaba ocupado mirándose al espejo, se veía demacrado y cansado. Para darle un toque más elegante con su atuendo de la túnica de la Antigua Fé, se convirtió en Corona otra vez y se posó en su cabeza. Aunque claro que al Cordero le daba igual el estado de la Corona, lo veía como el culpable, porque lo era... ¿No?... Miró por última vez al cadáver de Narinder, se veía...Tan en paz, sin temores, sin preocupaciones. No cómo él... No lo podía revivir, lo odiaría y huiría, teme al rechazo, pero a la vez lo extraña. Tocó suavemente el cristal, mirando hacia el suelo y cerrando sus ojos, para después irse de ahí con una lagrima traicionera.

-Desganado, El Cordero se fue de aquella sala, más bien dicho, un recuerdo de su mayor error. Sabes... Ahora echaba de menos ser inocente... No tener preocupaciones, estar con tus padres, espera... No podía recordar nada de aquello. Se le aceleró el pulso, respiraba con fuerza, como si se le escapase el aire, ¿qué demonios le pasaba? No podía recordar nada antes de morir...

- "Tranquilo Cordero, inspira, espira... Repítelo." - El Cordero hizo caso, obedeciendo y, de una vez ttanquilizándose.

- "G-gracias Coro-" - No pudo terminar la frase debido a que una flecha con punta de hierro bañada en un líquido morado, le dió en el hombro.

- "¿P-pero que mierda?" - De las puertas de los diferentes reinos, salían las criaturas y herejes, disparando flechas y magia contra el Culto del Cordero. El Cordero se arrancó la flecha del hombro, causando una hemorragia que empezaría a bajar desde su hombro, manchando su túnica de hereje. Reunió fervor en sus manos, e hizo un escudo de fervor, más bien, una cúpula.

|| Salir del INFIERNO || - Cult of the LambWhere stories live. Discover now