Capítulo 36

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Maratón 1/3

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La vida no me ha sonreído nunca, menos por demasiado tiempo, pero creí que todo estaba mejor, que estos ocho años de terapia me habían servido, que mi salud mental y emocional ya había encontrado su punto de estabilidad preciso.

Pero...

Mierda.

Sí que estaba equivocada.

¿Cómo describir lo que se siente ver a tu amigo alejarse junto a una chica que no eres tú? ¿Cómo se define ese sentimiento sin usar la palabra celos porque no tienes derecho a sentirlos? ¿Cómo poder engañar a tu corazón y vendarle los ojos para que no vea lo que está claramente frente a ti?

Así, regañándome internamente, es como me he sentido últimamente con respecto a David.

Ni las mil y un charlas motivadoras de Mel consiguen hacerme sentir mejor, ella me aconseja que hable con él, que le cuente de mis crecientes sentimientos hacia su persona, pero es difícil.

No quiero admitir que mi corazón está siendo robado por él, porque eso significa que estoy volviendo a ser débil frente a alguien más, frente a un hombre...

Mil veces mierda.

Suspiro mirando hacia el techo, a penas he podido dormir en toda la noche y ya son las siete de la mañana. Vine a acostarme después de desayunar con Mel, que se va a ir a la casa de la tía de David. Mi amiga de cabello rojizo teñido me lanza miradas mientras se viste.

Mis suspiros no pasan desapercibidos por ella.

—No me mires así —pido.

—No te estaba mirando.

—Ambas sabemos que lo estabas haciendo, Mel.

No contesta.

El silencio es tan denso que siento la obligación de hablar, esa es una habilidad que envidio mucho de Mel, ella consigue hacerme desear sus consejos, sus palabras, no sé cómo lo hace, pero siempre lo logra, de algún modo su silencio dice más que mil palabras y la necesidad de que hable es incontrolable.

—Puedes decirlo, tu silencio me molesta —me rindo.

Aún sin verla puedo sentir su sonrisa, Mel se termina de atar los cordones y se endereza en la cama, que está justo frente a la mía, con un metro de separación aproximadamente.

—No quiero decir te lo dije, Cami... pero te lo dije.

—Lo sé...

—De verdad no entiendo por qué te sigues negando si es más que obvio que él te gus...

—No termines esa frase —la interrumpo de inmediato, sin dejar de mirar el techo blanquecino de la habitación.

—El hecho de que no lo digas ni lo escuches no lo hace menos real ¿Recuerdas?

—¿Crees que no lo sé? Pero... si no lo digo, ni lo escucho quizás consiga que esto que siento se vaya de una vez.

La chica de los sueños locos ©जहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें