Capítulo 16 (Edit.)

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→ C A M I L A ←

Salgo del trabajo básicamente arrastrando los pies: he estado hasta más tarde de lo que debería porque no podía terminar con mis pendientes, David salió más temprano hoy, así que por lo tanto no tuve que estar muy atenta a lo que él hiciera o dejara de hacer. Suspiro. Voy bajando las escaleras con calma mientras tarareo una canción que escuché hace un rato, no sé de cuál se trata, porque solo recuerdo la melodía.

Doy unos pequeños saltitos siguiendo el ritmo hasta llegar a mi motocicleta y sonrío para mis adentros cuando enciendo el motor. Se siente muy bien conducir sobre ella, mi moto ha estado para mí desde que vine a vivir a la ciudad hace ya cinco años, algunos me han dicho ridícula por apreciar tanto un objeto, pero Yami es muy importante para mí.

Fue un regalo de cumpleaños, uno que al inicio pensé en rechazar por la persona que me la dio, pero al final lo acepté.

El motor ruge cuando acelero mientras conduzco por las calles rumbo a mi departamento y el aire fresco de la noche me pega por todo el cuerpo, es agradable luego de estar tanto tiempo encerrada en un jodido edificio.

Adoro la adrenalina y la velocidad, aunque no conduzco rápido en la calle para prevenir accidentes. Una que otra vez he practicado enduro en las afueras de la ciudad y también stunt, es divertido, pero no soy tan idiota como para hacerlo en plena vía pública.

Llego a mi edificio  y me cercioro de dejar bien estacionada la moto antes de subir hacia mi piso, estoy llegando y escucho música proveniente del interior, por lo que asumo que Melanie ya está aquí.

En cuanto abro la puerta me encuentro con sssuna extraña escena en la cual mi mejor amiga practica yoga en medio de la sala y la pose que está haciendo me parece muy extrema: está doblada de un modo que parecería imposible, de verdad que no entiendo cómo no se ha quebrado algo con ese pasatiempo suyo.

—Eh... Ya he llegado, Mel —anuncio.

Mi mejor amiga abre los ojos, puesto que los tenía cerrados, y me sonríe abandonando aquella posición.

—Hola, Cami, la cena está lista —dice—. Ve a cambiarte en lo que sirvo los platos. —Se pone de pie.

—Está bien, vuelvo en seguida.

Paso hacia mi habitación y dejo el casco con cuidado dentro de la mesa de luz que está junto a mi cama, me quito el conjunto que estoy usando y sigo desnudándome hasta quedar en ropa interior. Deberé ducharme antes de dormir, por lo que opto a ponerme un pantalón corto y una remera de tirantes que tiene un dibujo de Gokú, sonrío ante lo infantil que me hace lucir, pero me gusta.

Me sujeto el cabello en un moño desarreglado y voy hacia la zona de la cocina, donde me encuentro a Melanie ya sentada tras haber servido los platos; ha preparado fideo con albóndigas, delicioso.

—Oh, tu lado culinario quiso lucirse hoy, eh —digo divertida mientras me siento frente a ella.

—Así es, vi esta receta en línea y quise probar a ver qué salía. No es por presumir, pero me han quedado deliciosas. —Me guiña un ojo.

—Hora de la degustación —anuncio mientras tomo un tenedor y envuelvo los fideos, después pincho una albóndiga y me llevo todo a la boca.

—¡No vas a poder masticar todo eso! —exclama Melanie.

Sin embargo, empieza a reír cuando ve que sí soy capaz de masticar todo, la salsa salpica levemente por los costados de mis labios y eso la hace estallar en carcajadas.

La chica de los sueños locos ©Where stories live. Discover now