Capítulo 02 (Edit.)

589 31 14
                                    

→ D A V I D ←

Salgo del restaurante persiguiendo a Austin, está muy sobresaltado luego del extraño encuentro que acabamos de tener con Melanie y su amiga altanera, lo persigo tratando de detenerlo, pero por suerte no debo correr demasiado porque el rubio se detiene al llegar a un parque.

El rubio busca una canilla y empieza a quitarse los fideos del cabello, luego se inclina y abre el paso de agua empapando sus rizos para limpiar la salsa que hay en él. Tendrá que ducharse, evidentemente, pero esta es una solución temporal.

Me quedo a un metro de distancia de él; solo observo hasta que Austin termina de lavarse el cabello y se endereza, se quita la camiseta que está teñida de vino y  con ella se seca el rostro y el cabello. Después suspira y acaba tirando la camiseta blanca en un contenedor de basura cercano para luego buscar una banca en la que pueda tomar asiento.

Me acerco con cautela hacia él y me acomodo a su lado en silencio. Mi amigo suspira y de refilón lo veo frotarse los ojos; está a punto de empezar a llorar de nuevo.

—Lo siento... —murmuro.

—Cállate, todo esto es tu culpa.

Bien, está enojado.

Eso ya me lo esperaba desde el instante en que Danna y Cinthia aparecieron en el restaurante y vi su expresión de desconcierto.

—Si no hubieses invitado a esas chicas Melanie no me hubiese visto en esa situación. Debe estar pensando lo peor de mí, a estas alturas es imposible que algún día me perdone por todo lo que le hice —suelta con amargura.

Me muerdo la lengua para no mencionar acerca de la llamada de Melanie —el mismo día en que terminaron— porque creo que no es un buen momento para decirle que ella me había llamado para preguntar por él; darle esperanzas lo destrozaría aún más.

—¿Por qué no me dijiste que invitaste a esas dos chicas? Te hubiese dejado cenar con ellas y hacer un puto trío si querías, todo me parece mejor que el hecho de acabar como acabé esta noche —me dice.

Su tono de voz suena dolido. Y sé que no es solo por haberse encontrado con su ex de este modo, sino porque yo hice algo que no debí. Lo admito, fue mi error.

—Lo lamento, Austin. Yo...

—Ni te esfuerces, ahora mismo me importa una mierda lo que tengas para decirme. Lo hecho, hecho está —me interrumpe, seco.

Creo que mejor me quedo callado por un rato, al menos hasta que se le pase un poco el enojo: Él está en todo su derecho de sentirse enfadado conmigo por lo que hice, así que no voy a insistir más hasta que Austin esté dispuesto a escucharme.

Pasan los minutos y siento el frío de la noche caer sobre nosotros, mi amigo rubio debe estar congelándose; trae solo una remera gris y su cabello sigue húmedo.

Se va a resfriar...

—Deberíamos irnos ¿No crees? Te vas a resfriar si permanecemos aquí por más tiempo —digo.

Los ojos azules de Austin me miran fugazmente y un suspiro se escapa de sus labios. Se pone de pie y empieza a caminar en dirección al restaurante, y yo lo sigo en silencio.

La chica de los sueños locos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora