Capítulo 11 (Edit.)

308 20 26
                                    

→ C A M I L A ←

A veces me sorprendo a mí misma, tengo cualidades que ni yo conocía, como ahora mismo, por ejemplo.

Creo que soy demasiado amable, no pude negarme a ayudar a mi amiga cuando me escribió esta mañana. A pesar de estar muy cansado, fui puntual al edificio de mi amiga para ayudarle con unos paquetes a su departamento, el cual ella utiliza como su espacio de trabajo y residencia.

Lorena es tatuadora y sabe hacer piercings, es una puta genio.

Pero la cosa que me parece irónica es que, esa misma puta genio, ha seleccionado el piso incorrecto y se ha dado cuenta cuando las puertas se abrieron.

Yo vengo haciendo equilibrio con las cajas para que no se me caigan, ella me dijo que este era el piso y cuando las puertas se abrieron hice unos pasos hacia el frente, hasta que su voz me detuvo, me paro en seco y las cajas se me caen.

Mierda.

Me inclino a para empezar a apilarlas y Lorena se acuclilla a mi lado para ayudarme.

—¿Qué te tiene tan despistada hoy, Camila? Estás más torpe que el mismo Tontín —espeta ella.

—No me compares con un puto pitufo, Lorena.

Ella ama las películas de Los Pitufos, incluso ve la serie animada que le han hecho. Quién lo diría, eh. Una chica ruda como ella, que tiene semejantes tatuajes y el cabello teñido de forma exótica, es fan de Los Pitufos.

Estoy terminando de apilar las cajas cuando siento una extraña sensación, como si alguien me estuviese viendo, pero antes de que pueda levantar la cara el estruendo de un portazo resuena por el pasillo, haciéndome fruncir el ceño.

Vaya locos viven aquí.

—Bueno, ya podemos irnos —digo después de tomar las cajas entre mis brazos.

Regreso al ascensor y Lorena presiona el botón correcto, no tardamos ni treinta segundos en llegar a su piso. Ahora sí, puedo caminar y seguirla hasta su departamento, el cual comparte con su novia: Lisbeth.

Lorena me abre la puerta y yo paso con las cajas para dejarlas sobre la mesa que está a unos metros del sofá.

—¿Qué tanto traes aquí?

—Aretes, piercings y tintura. Se me han acabado los recursos considerablemente, mis clientes han empezado a subir en número —dice orgullosa.

—¿Y no podías pedirle a Lisbeth que te ayude? —pregunto sarcástica.

—Lis fue a visitar a sus padres por el fin de semana, volverá mañana en la noche —contesta mientras camina por su departamento hasta uno de los muebles, de ahí extrae una tijera y regresa.

Lorena empieza a cortar la cinta de una de las cajas y vacía su contenido para acomodarlo de forma ordenada en sus estantes. Es muy meticulosa en cuanto a orden se trata, esa es una cualidad que siempre ha tenido.

Ella y yo nos conocemos desde que me mudé a la ciudad, ya hacen cinco años de eso. Nos conocimos y fuimos roomies durante poco más de un año en aquel tiempo, mi plan era alquilar algo con Melanie, pero ella se fue a vivir con Austin así que bueno, acabé conociendo a Lorena en ese tiempo. Ella ha cambiado mucho, físicamente hablando.

La chica de los sueños locos ©Where stories live. Discover now