Capítulo 40

304 11 66
                                    

→ D A V I D ←

El viaje al hospital es corto, pero Camila se queja mucho cuando los paramédicos revisan su brazo roto, aún así, una vez en el hospital ella es trasladada a la zona de urgencias y a mí me toca quedarme a la espera.

Suspiro y me quito la capucha del buzo mientras me froto las sienes, espero que la atiendan rápido. Ella no parece muy tolerante al dolor que digamos, lágrimas decoraron sus ojos durante todo el camino, cuando llegue el momento de reacomodar el hueso y enyesar sé que va a llorar con ganas.

Pero lamentablemente no podré estar ahí, porque no me permiten pasar.

Bufo para después mirar mi entorno y pasar a sentarme, si voy a esperar no lo haré de pie. No sé cuantos minutos pasan hasta que escucho voces familiares, al ver hacia el largo pasillo por el que ingresamos me cruzo con Melanie y Joel.

Me pongo de pie automáticamente a la espera de que lleguen hasta donde estoy.

—¿Dónde está mi hermana?

—La están atendiendo, no podemos pasar hasta que nos llamen —contesto, Joel se frota los ojos de forma cansina y suspira.

—Tranquilo, estará bien —le dice Melanie—. Ven, siéntate.

Joel asiente sin mucho ánimo y los tres nos sentamos a esperar noticias, Melanie se pasa los siguientes minutos hablando con su novio, aparentemente al chico no le agradan los hospitales.

No sé qué hacer y no puedo decir nada, así que me limito a mirar el piso mientras guardo silencio absoluto.

Siento como si fuera una planta decorativa.

Ese pensamiento irónico consigue hacerme sonreír para mis adentros.

¿Qué se sentirá ser una planta? Seguro ha de ser muy aburrido.

Por suerte, no tengo demasiado tiempo para reflexionar al respecto pues mi teléfono empieza a sonar anunciando una llamada. Lo saco del bolsillo de mi pantalón y veo el nombre de mi mejor amigo en la pantalla, me llevo el teléfono a la oreja al mismo tiempo que me pongo de pie para caminar por el pasillo, alejándome de ellos dos, alejándome de la sala de urgencias.

—Hola, Austin —lo saludo.

—¿En dónde estás?

Suena agitado, lo que me hace fruncir el ceño.

—En un hospital, ¿Por qué?

Una especie de suspiro de alivio se deja oír desde su parte.

—Que bueno saberlo —susurra.

—¿Qué sucede, Austin? ¿Pasó algo malo? Suenas preocupado.

—Dav, no sé cómo decirlo con tacto, así que lo voy a soltar sin asco ¿Bueno?

—Empiezas a asustarme, ¿Qué mierda pasa, Austin? Habla de una vez.

Mi mejor amigo vuelve a suspirar y de fondo me parece escuchar las sirenas de la policía, seguramente ha de estar en la estación o qué sé yo.

La chica de los sueños locos ©Where stories live. Discover now