Capítulo 45

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→ C A M I L A ←

A veces queremos demasiado a otras personas, incluso más de lo que llegamos a querernos a nosotros mismos, y jamás creí que yo fuese así.

O bueno, no creí que volvería a ser así con nadie.

Pero con David no puedo evitarlo, he estado muy pendiente de él en estos dos últimos meses, más concretamente desde que apareció frente a mi departamento llorando sin consuelo y me llevó a conocer ese parque tan especial para él.

Y a pesar de que ha sido una tortura saber que sale con la rubia esa que me crucé en su edificio —que se llama Jaqueline— no me he alejado de él. Más bien, tomé todos mis sentimientos amorosos por él y los he enterrado en lo más profundo de mi pecho.

¿Duele?

Como la puta madre.

Jaqueline ha empezado a frecuentar mucho a David, mayormente desde la muerte de su papá. Literalmente él y yo a penas hemos salido juntos fuera del trabajo, nuestras conversaciones son cortas y banales la mayoría del tiempo.

No sé por qué, pero me siento jodidamente reemplazada por ella.

Y no hay punto de comparación, Jaqueline tiene esa clase de relación con David, ella ha ido a su departamento más veces que yo y obviamente ha hecho mucho más que solo quedarse a dormir en la misma cama con él.

David ha salido tanto con ella que... no sé qué pensar.

Melanie tampoco sabe qué más decirme, ella estaba muy segura de que David correspondía mis sentimientos y ahora sale con esto, comprensible que sus consejos se hayan vuelto tan inexactos.

Una parte de mí, una muy pequeña, quiere creer que él siente cosas por mí, pero no está listo para aceptarlo. Y otra parte, la mayor parte, sabe que David nunca ha correspondido mis sentimientos. Quizás le he llegado a gustar como mujer, atracción física o sexual, quiero decir, pero no creo que me haya visto como yo a él.

Por eso es probable que quizás me haya visto como ahora ve a Jaqueline, o quizás sus bromas y aparente coqueteo no eran más que por costumbre, porque puede que siempre se le diera por tratar así a las mujeres.

Y, para rematar, lo he notado más distante últimamente.

—¿Camila?

Levanto la mirada de mis zapatillas negras y mis ojos enfocan al chico frente a mí, que claramente está muy sorprendido de verme aquí, en su casa.

A mí también me sorprende haber llegado hasta aquí.

—Hola, ¿Puedo pasar? Necesito hablar contigo.

Austin parpadea unas cuantas veces antes de notar que soy real, o eso deduzco a juzgar por su expresión, y asiente levemente.

—Eh, por supuesto, adelante.

Paso junto a él y me sorprendo cuando veo las paredes pintadas completamente de negro. He estado en esta casa un millón de veces, claro, mientras Melanie y Austin salían, pero hace tantos meses que no ponía un pie aquí adentro.

La chica de los sueños locos ©Where stories live. Discover now