♧☆CAPITULO 22☆♧

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10 años atrás, la mansión Zaharie

Lo único que sonaban por los pasillos eran mis pasos torpes y rápidos, intentaba llegar lo más rápido a la oficina de El hombre ya que una de mis amigas dijo que me mando a llamar. Empecé a hacer una lista rápida de cosas que eh echo durante estas semanas para saber si hice algo mal. Pero no, al menos para mi no. Recogí mi pelo azabache corto en una cola que al principio lo único que hizo fue escapar del moño. Bufé y seguí intentándolo mientras caminaba a toda prisa, si llegaba tarde me castigaban. Si decía que me dijeron tarde iban a castigar a mis amigas. Por lo que llegar temprano era lo único razonable que veía en ese momento. Según recuerdo hoy eran las elecciones para las niñas más pequeñas, luego de tanto tiempo de escuchar historias de mis amigas que se escabullían y espiaban a las guardianas de la mansión, pude saber el horror que te esperaba si no eras elegida. Mientras que, a los niños, bueno. Nadie sabía porque no había un chico de nuestra edad, incluso compañeras empezaron a salir en secreto entre ellas. No podía culparlas. Ya que a quien carajos le gustaría estar toda su vida encerrada sin poder vivir normal. Bueno, se suponía que nos iban a adoptar y así mejorar nuestra vida. Pero ninguna de las chicas que era elegida para ser Dama, luego Señora y Criada, nunca salían de aquí. Y lo peor es que yo estaba a unos días de ser seleccionada Criada. O al menos, entrar en la selección. Ya que primero había que pasar unas pruebas y.....

¿Para eso me querrá El hombre?

Aparte de mi cabeza todos esos pensamientos torpemente y seguí caminando. Muriéndome de los nervios por dentro.
Cuando llegue a su oficina toque dos veces, esperando a que respondieran. O al menos que la puerta se abriera, durante unos segundos el silencio invadió de nuevo todo hasta que mis nudillos volvieron a tocar la puerta con un poco de ritmo, tres golpes. Si no responde se reintenta luego de contar hasta cinco.
- Pasa, por favor
La voz masculina provino desde adentro de la habitación y capto mi atención enseguida, mi mano jalo la manija y la puerta se abrió. Pude ver la oficina, parecía de escuela. Bueno. Por lo que eh leído, y en medio había una mesa larga. De unos dos metros de largo, suficiente para que una persona se acostara ahí, luego a la derecha había una puerta de color negra. Ahí era la sala de castigos, trague saliva y mis pies me condujeron hacia la mesa ya que aquí no había sillas. Yo era un vaso lleno de nervios y él lo sabía, no quería ser castigada
- Buenas tardes, Señor
Balbucee intentando sonar firme. Pero no lo logre y sabía que por eso habría un castigo; no podía mostrarme débil, aunque lo fuera
- Buenas tardes, María. Me alegra saber que en unos días podrás competir para ser criada. No le días a nadie, pero... – empezó a hablar el moreno y se acercó a mi – La verdad eres mi favorita – y me guiño el ojo. Me quedé callada y fingí una sonrisa – Ay. Ese rostro tan angelical
Extendió su brazo y sus dedos rozaron con mi barbilla, quise apartarme, pero no podría. Y menos después de que dijera que yo era su favorita, quiero que me trague la tierra en este momento
- Gracias
Murmure entre dientes, intentando sonar simpática
- Sabes, me encantaría que fueras mi criada, María. No la criada que cuida, sino la que está siempre aquí conmigo – Su mano se posó a palma abierta en mi rodilla – Siempre estoy muy solo aquí. Pero quiero que prometas que nadie se enterara de nuestros planes, cariño. Serás la señora Zaharie
Su otra mano con sus dedos aun seguían acariciando mi barbilla. Quería controlarme para aceptar y todas esas cosas. Pero lo único que quería de verdad era irme de allí, no soportaba más a El hombre. Pero sabía que la única forma de irme era muriendo, y consideraba mi vida por lo menos... un poquito importante, ¿No?
- Si quieres, te tengo una misión para que me demuestres tu lealtad hacia mi – El que rompió el silencio fue el
- ¿Qué misión?
- Tienes que matar a un niño, tranquila. Te designe el más tranquilo, trátalo bien y él te amara. Será fácil
Me quede helada. No quiero matar a nadie, pero tampoco quiero morir y.... las lágrimas amenazaban por correr como cascadas por mis mejillas. Pero en los años que estuve aquí, ósea. Mi vida entera. Aprendí como retenerlo, aunque me dañara el corazón por dentro
-S-si
Balbuceé y él sonrió, no una sonrisa linda y tierna. No. Una sonrisa llena de complicidad y planes macabros
- Perfecto, ven cuando el sol caiga
Dijo y retiro sus sucias manos de mí. No pude hacer nada más que suspirar y murmurar un simple "gracias, señor", para luego irme del lugar. No sabía cómo ni donde tendría que matar al niño. Pero si quería vivir, lo tendría que hacer...

EL DESASTRE QUE FUIMOSWhere stories live. Discover now