♤☆CAPITULO 16☆♤

12 3 0
                                    

- Todo va a estar bien, respira Yelizza
Me desperté de un tirón. Por un momento pensé que estaba en la celda porque mi cabeza estaba en algo duro. No fue hasta que reaccioné y pude escuchar los latidos del corazón de alguien, me removí un poco y pude darme cuenta que estaba en el regazo de alguien. Su brazo rodeaba mi cintura y su mano descansaba sobre mi cadera mientras que la otra estaba peinándome el pelo. Jadeé entrecortadamente y tuve que parpadear un par de veces para darme cuenta que ya no estaba en ese "sueño". O lo que fuera, porque la verdad me aterro. Lo recordé y luego me llevé los dedos hacia mi mejilla buscando algún tipo de dolor en cuanto la tocara

Nada

Intente alzar la cabeza para ver quien me tenía abrazada. Pero cuando lo intente la mano que tenía en mi pelo tiro hacia él. Haciendo que volviera a agachar la cabeza
- Shh... Estas bien aquí.
Oí su susurro y de inmediato adivine por la voz quien era, un sonrojo se apodero de mi cara y sentía todo mi cuerpo arder mientras involuntariamente empecé a intentar tirarme hacia atrás de los nervios
- ¡S-suéltame!
Chille tartamudeando. Lorenzo no me soltó ni hizo ningún gesto de fastidio. Sino que soltó una carcajada que sentí su pecho revolcarse y vibrar. Por lo que me estremecí y le pegué fuerte. Pero él ni siquiera se inmuto, levante la cadera mientras intentaba sacar un pie de alrededor de su cadera, pero su brazo de mi cintura bajo
- ¿A dónde crees que vas?
- Lejos de ti
Murmure molesta mientras sentí su mano abandonar mi pelo. Me giré y lo vi a la cara. Inmediatamente sentí que me volví chiquitita en mi lugar mientras miraba esos ojos verdes con unas leves esencias de marrón y su sonrisa de completa diversión mientras negaba. Fruncí el ceño al verlo tan feliz, en el bosque después de.... el beso.... Se volvió raro. Ni me miro. Pero ahora aquí está riéndose como si nada. La mano que tenía en mi pelo que había retirado hace unos segundos se clavó en mi muslo mientras su sonrisa se borraba levemente. Solté un ruido ahogado al sentir sus uñas clavarse en mi muslo
- Deja de moverte
Fruncí más el ceño y lo miré perpleja

Ese chico debe tener algún trastorno de bipolaridad

- Entonces suéltame – repuse estresada, aumentando mi enojo y agotando mi paciencia
- ¿Por qué eres tan estresante?
- ¿Por qué eres tan idiota?
- ¿Nunca te callas?
- No
- Cállate y deja de moverte
Estaba a punto de decir el típico "cállame", pero íbamos a terminar en otra cosa que quizás no fuera pelea. Otro beso o....
- Estas sonrojada
- ¿Qué?
Mi voz salió más chillona de lo que yo querría
- Estas nerviosa -Canturreo
- Y tu estas siendo idiota – empecé a intentar de nuevo moverme pero sus uñas se clavaron en mis muslos mientras que su otro brazo se apretaba más a mi cintura - ¡Basta! ¿Qué quieres?
El rio entre dientes y se encogió de hombros
- Quizás quiero molestarte un poquito
- Esto no me parece poquito
- ¿Enserio?
Dijo con tono lastimero. Pero su expresión era de burla completa
- ¿Puedes dejar de intentar tomarme el pelo?
- ¿Puedes dejar de ser tan bonita? Me encanta tu nuevo corte.
Ronroneo con una sonrisa. Inmediatamente sentí mis mejillas arder más y bajar la mirada al mismo tiempo que él se aclaraba la garganta y sentí su agarre aligerarse.
El silencio que le siguió fue devastadoramente largo mientras yo miraba las sábanas. Tiesa en su regazo, aparte de roja. Claro
- Te traje algo – fue el primero en hablar mientras me tomaba por las caderas y me quitaba de su regazo. Dejándome sentada en la cama mientras yo lo miraba entre sorprendida e indignada. Sospeche que quizás sería comida, ayer había entrado mientras dormía y dejo pan, queso, frutas y una jarra llena de jugo de naranja acompañado de un vasito de plástico. Obviamente volví a mirar donde lo había dejado: en el escritorio al lado de la puerta. Y no estaban. Él se levantó y camino hacia la puerta. Pensé que iba a irse hasta que se acercó al escritorio donde había una silla de acompañante y retiro una mochila de encima de ella. Era negra con cierres dorados, la apoyo en el escritorio y la abrió, metió la mano y rebusco hasta que saco un cuaderno color gris de anillado y una cartuchera llena de color rojo – sé que no eres una niña. Pero quizás puedas pasar mejor los días aquí hasta que Thomas regrese a casa y puedas salir – me quede descolocada por lo que dijo. ¿Acaso él no iba a volver también? ¿el seria mi captor y me está dando señales indirectamente por lastima? – aquí hay unos cuantos lapiceros y colores – dijo y acto seguido me tiro la cartuchera. Este cayo entre mis piernas y yo la tome rápidamente mientras la analizaba. Luego él se acercó a mí y se sentó a mi lado en la cama mientras extendía el cuaderno – Ten, ¿te gusta?
Me quede sin palabras cuando tome el cuaderno y lo abrí. Solo había dos páginas y tenían garabatos de niños pequeños. Levante la mirada perpleja y confundida hacia Lorenzo y él sonrió nerviosamente

EL DESASTRE QUE FUIMOSWhere stories live. Discover now