♤☆CAPITULO 9☆♤

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Abrí los ojos con cansancio y mucha pesadez. Mi cuerpo me dolía hasta no más poder y sentía mi cadera palpitar, poco a poco empecé a recobrar conciencia de lo sucedido y empecé a intentar enfocar para ver donde estaba, El cuello me dolía y sentía que estaba sentada en una silla. Lo primero que vi fueron mis piernas desnudas que lo único que cubría más arriba era una camisa que desconocía su origen. Pero sabía perfectamente que no era mía. Tampoco traía mis zapatos ni pantalón. Intente moverme, pero sentí una correa amarrada a mis manos, dejándolas juntas y cada vez que las moviera doliera. Al igual que los pies y mi cintura. Solo que esta estaba amarrada a la silla. En el costado de mi cadera donde fui apuñalada tenía un trapo ya lleno de sangre. Como si no lo cambiaran desde hace horas. O días. No sé cuánto llevo aquí. Intenté hablar, pero sentí una cinta cubriendo mi boca y cada vez que intentaba tragar saliva para alivianar lo seca que se sentía mi garganta sentía una cinta atada a mi cuello. Mi estomago daba vueltas cada dos segundos y tenía que aguantarme las náuseas porque si no iba a ahogarme con mi propio vomito. Empecé a inspeccionar el lugar con la mirada y pude ver que era un cuartito pequeño. A mi derecha había una cama y a la izquierda una silla con un escritorio. Al estar en la mitad de la habitación no pude ver que había detrás de mí. Adelante mío había una puerta de madera corrediza y las ventanas estaban muy arriba. A unos pocos centímetros del techo. Por lo menos daba luz, aunque fuera muy poca porque si no estaría muriendo del miedo. Por ahora estaba relajada. Pero Cassie inundo mi mente y empecé a intentar zafarme. El dolor que generaban las correas no era mucho a comparación de las punzadas que casi todo el tiempo sentía en la herida de la cadera. Empecé a desesperarme y tiré con fuerza mi mano hacia afuera. Salió. Pero sentí como de mi piel empezaba a brotar sangre desde mi muñeca hasta mis dedos. Solté un grito ahogado por la cinta, Acerqué mi mano para verla y pude ver que tenía una cortada profunda desde la parte interior de mi muñeca hasta donde terminaba mi palma. Quite mi otra mano de la correa y retire la cinta que tenía en mi boca. La mano me latía y el dolor era agudo, pero era soportable. Podría elegir retorcerme del dolor o ir a salvar a Cassie. empecé a desamarrar la correa de mi cintura y una vez suelta me quede unos segundos quieta, ya que mucho movimiento me generaba dolor punzante y seguido en mis zonas lastimadas, después de unos segundos me incline y desate mis pies. Me levanté de la silla mareada y caí en la cama soltando una maldición por lo bajo.
Trague saliva mientras una sensación de frio me inundo. Me levante despacio de la cama jadeando por el dolor. Me dirigí al otro lado de la habitación donde estaba un paño limpio ya que necesitaba limpiarme la herida o se me iba a infectar. Me apoyé con una mano contra la mesa y con el otro alce mi camisa hasta la cintura y vi que la única prenda que llevaba abajo eran unas bragas azules. Aplasté el borde de la camisa con mi codo para que no se bajara y pude ver que el trapo estaba pegado a mi carne. No quedaba más de otra que arrancarlo, pero dude ya que iba a sangrar muchísimo. Me inclina más mientras soltaba un quejido de dolor al sentir como la carne de mi cadera se pegaba y se despegaba constantemente. Enviando escalofríos por todo mi cuerpo y oleadas de dolor agudo. Mi mano herida busco en cada cajón mientras dejaba una huella de mi sangre en las manijas de color dorado. En el tercer cajón encontré más paños y una aguja con hilo.
No pienses eso por favor no...
Tengo que ser fuerte... agarré los pañuelos, la aguja y el hilo y los puse encima del escritorio mientras empezaba a recordar como Lorenzo había cocido el estómago del gato. No pude recordar mucho más que mi ataque ya que había cerrado los ojos. Bien. Debe ser como cocer ¿no? Agarre aire mientras puse un pañuelo en mi boca para no gritar, los nervios de hacerlo mal me carcomían y sentía que mis días se estaban agotando. Empecé a retirar con absoluto cuidado mientras mis dientes se enterraban en el pañuelo y sentía como me arrancaba la piel. El dolor empezó a adormecerme la pelvis y mi abdomen bajo. Mientras que en la herida se concentraba todo el dolor de forma molesta. Mis dientes rechinaban y se escuchaban gritos y gemidos ahogados por mi parte ya que no podía aguantar el dolor. Estaba mirando al techo, pero al ya retirar el paño empapado de sangre sentí como el aire invadía mi herida y un líquido caliente empezaba a brotar de ella. Rápidamente agarré un paño que había en el escritorio y empecé a secar la sangre que salía a chorros.
Va a salir más si no la coso,
Sentí una arqueada, pero tuve que controlarme. Destapé la herida y dirigí con la mano temblando la aguja a mi herida para cocerla. La adrenalina fluía por mis venas rápidamente y me provocaba un temor hacerlo mal...
Suspiré entrecortadamente e introduje la aguja donde empezaba el corte, aunque no se comparaba con el dolor que ya sentía en la cadera. Mi piel adolorida reacciono y envió más temblores a mi cuerpo. Sentí lagrimas correr por mis mejillas. La introduje de lado para que saliera por la abierta de la cortada ya que era profunda y había metido la aguja a unos tres centímetros bajo la piel que estaba a medio centímetro de donde comenzaba la herida. Recordaba ver al gato cocido así y no sabía otro patrón. Deslicé la aguja hasta que vi la mitad que estaba llena de sangre, una arqueada me lleno al igual que el recuerdo......
Ya llevaba la herida cocida hasta la mitad de la cortada y las manos llenas de sangre. Empezaba a acostumbrarme a la sensación de introducir la aguja en la piel adormecida pero a veces dolía una punzada más que otra ya que en unas iba muy profundo por mi pulso temblante. La sangre salía menos pero aun así el dolor crecía y crecía. Cerré los ojos y empecé a cocer de memoria ya que mis manos mantenían un ritmo constante y el dolor empezaba a borrarme la vista, pude tocar con la aguja el final del corte y di la última apuñalada para cocer. Sentí la aguja chocar contra algo duro dentro de mí y una carga de electricidad recorrió mi cuerpo haciéndome gritar y retorcer del dolor. Mi cuerpo sudaba frio y el dolor era agonizante, un chorro caliente choco contra mi mano bruscamente y sentí una arqueada y ganas de soltar la aguja. Las dos cosas lo empeorarían por lo que mordí aún más fuerte el paño en mi boca y gemí mientras tuve que penetrar aquella cosa dura con la que la aguja había chocado. La aguja cedió y termine de cocer. Me senté en la silla donde hace un rato desperté amarrada y jalé la aguja para afuera. Apretando los hilos y generando más dolor. Deje la aguja con sangre y el hilo que había cocido aun conectado a mi herida en mi regazo y con las manos temblorosas me incline y corte el hilo con los dientes. Ya estando separada de la aguja la deje en el escritorio y agarré el hilo con las manos temblorosas e hice un nudo. Luego agarré un paño limpio y me lo puse encima de la herida que aun sangraba, pero no tanto como antes. Ya asegurado el paño de mi herida me quite el de la boca y suspire entrecortadamente mientras con mi mano llena de sangre me limpie la frente que tenía sudor. Quedando marcas de sangre en mi frente. Luego con el paño que tenía en la boca me limpié las manos bruscamente, olvidando la herida de mi mano por lo que solté un chillido. Después de limpiarme la otra mano pude ver que la herida de la mano aún estaba abierta y sangraba
No la voy a cocer. No más dolor
Pensé y con el paño envolví mi mano, haciendo que solo quedaran afuera mis dedos y luego me apoye en el escritorio con mi mano buena para levantarme. Empecé a cojear hasta la puerta y la abrí con la mano herida ya que con la otra me sostenía en la pared. Al abrirla una brisa reconfortadoramente calurosa golpeo mi cara y suspire mientras miraba afuera. Estaba en un bosque muy verde y espeso. No había señales de que hubiera algún camino que seguir, retrocedí para meterme de nuevo en la pequeña habitación y me di vuelta mientras empezaba a mirar toda la habitación en busca de comida y agua, cojeé apoyada en la pared mientras recorría toda la habitación. Volví a fijarme en el escritorio. Pero no había nada más, así que decidí que iba a descansar hasta mañana para tener fuerzas y luego iba a salir en busca de cualquier cosa. Era mejor plan que quedarme en esta cabañita muriendo de hambre, me acosté en la cama y me acomodé de modo que nada tocara mi herida. Me acosté de lado y empecé a mecerme mientras cerraba los ojos y tarareaba una canción para no concentrarme en el dolor. Mi respiración era pesada y estaba intentando no entrar en pánico ya que mientras estuviera en esa casa por un rato iba a estar bien, era raro que solo me hayan secuestrado para dejarme en el bosque. O quizás no querían testigos a la hora de llevarse a Cassie, pero. ¿para que la querían? Ella es buena chica y no a echo nada malo desde hace mucho tiempo. Tampoco tiene deudas y mama es el mismo caso, ¿Por qué nos secuestraron? El recuerdo de la sonrisa parecida del chico a Lorenzo y este mismo con el cuchillo la primera vez que lo vi me hacía preguntar si es que no estaba implicado en este tema, recordé a Carlos un tiempo, pero luego lo olvidé. No era muy buen momento para empezar a deprimirme y ya le envié la foto, por lo que ya debe haberme perdonado del todo si es que aún estaba un poquito enojado. El lio es que no crea que me hayan secuestrado ya que aquí no hay mucha autoridad legal ni medios que puedan transmitir que hayamos desaparecido. Eso es lo más preocupante ya que nadie nos buscara, nadie buscara a Cassie...

EL DESASTRE QUE FUIMOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora