38 | La historia romántica de Louis Reynolds y Dalia Blake

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Desperté horas después.

No sabía con precisión la hora que era, el sol aún estaba puesto, lo que significa que no me pasé el día entero durmiendo, algo bueno. Tomé asiento al borde de mi cama, soltando un bostezo para después pasar mis manos por mis ojos, aún me sentía adormecida.

Saboreé, mi boca no sabía al mal aliento de las mañanas, era algo como... sed, sí, tenía sed. Eso explica por qué estaba soñando con manantiales de agua.

Salí de mi habitación con paso perezoso, despidiendo bostezos y chocando el hombro con la esquina de la pared. Mascullé un bajo «maldición»

Oía voces en la sala, pero no estaba segura de si eran realidad o producto de mi cerebro aún dormido. La luz ahí me molestó, por lo que llegué a la cocina solo viendo con los ojos entrecerrados, conseguí servirme un vaso de agua fría y saciar mi sed.

—... ¿Se ve así todo el tiempo? —cuchichean a lo lejos.

—... a veces hasta peor.

Risas, risas que se oyeron muy reales como para ser cosa de mi imaginación.

Dejé el vaso en su lugar y asomé la cabeza a la sala, sentados uno al lado del otro, viendo en mi dirección aún sonrientes, estaban mis papás juntos a Eros, ¡Junto a Eros! ¿Qué hace él aquí?

—Eh... —balbuceo, saliendo de la cocina.

—Buenas tardes, chica salsa —saluda mi novio.

Lo miro a él, miro a mis papás. Eros. Mis papás. Eros. Mis papás. Así sucesivamente por un minuto entero, papá se veía bastante contento por la visita del ojigris, mamá por su parte mantenía una sonrisa cordial en el sofá pequeño a un lado.

Volví la mirada a Eros, quién sonríe con inocencia.

—¿Qué haces tú aquí?

—¿Uno ya no puede venir a visitar a su mejor amiga?

Debo decir que eso me produjo un alivio grande, mis papás aún no saben que estamos saliendo, aún él y yo no nos decidimos por «hacer las grandes presentaciones» aunque creo que sus padres lo sospechan mucho.

—En serio, Eros, ¿Qué haces aquí?

—El muchacho vino a verte, Diane, fue una sorpresa bastante grata, hace mucho que no te veía.

—También fue agradable verle, señor Reynolds —le sonríe Eros—, también a sido agradable hablar con usted, señora Reynolds.

—Lo mismo digo, Eros.

Mmm, raro, esto es raro.

Rasco mi mejilla, procesando la escena. Podría ser un sueño, pero no, el golpe que recibí en el hombro fue muy real, así que esto que estoy viendo no es una ilusión o una mala pasada de mi cerebro.

Sí, es raro.

—Mmm... bueno, supongo que no podemos subir a mi habitación.

—Por supuesto —estaba diciendo papá, sentí una emoción grande, nunca dejan que nadie más que no sea Zharick pase a mi cuarto.

—Que no —completa mamá, mi sonrisa se borra.

No sería tan fácil.

—¿Al patio, al menos?

—Claro, adelante.

Le hice un asentimiento a Eros con la cabeza en dirección allá.

—Venga, mesero cogote golpeado.

Los dos salimos fuera con Baloo siguiéndonos, más bien siguiendo a Eros, tengo asimilado que ese perro lo quiere mucho más a él que a mí, pero me sigue doliendo un poquito. Eros y yo nos sentamos uno al lado del otro en las sillas de playa que están a un lado de la puerta corrediza, de modo que mis papás no podían vernos, Eros aprovechó la poca visibilidad que ellos tenían de nosotros para dejar un casto y rápido beso en mis labios antes de sentarse.

Una Noche Sin Luna✔️Where stories live. Discover now