21 | Eroscito y Didi: el regreso

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Podría describir mi inicio de verano con tres palabras:

Peine saca piojos.

Y no porque haya acogido a una familia de piojos en mi cabello, no fue mi cabeza la residencia gratis de tan feos animalillos.

Fue Baloo.

Resoplo quitando con mi brazo un mechón de mi pelo que me estorba en la cara, no quería tocarme el cabello ni la cara porque tenía las manos sucias, así que no, gracias. No quiero alguna infección. Vuelvo a pasar el peine saca piojos por el esponjoso pelaje de Baloo, él al instante emite un chillido por el jalón que le di.

—No te quejes —le dije—, te buscaste tú solito tus piojos, aguántate.

Baloo emite otro chillido y baja la cabeza, él sabe que tengo razón.

Me distraigo un segundo cuando escucho el sonido de mi móvil en la silla que tengo al lado, de una forma bastante extraña consigo ponerlo en el apoyo de la silla con los codos y contestar la videollamada que me hacía el mesero cogote golpeado.

Con ese también estoy molesta.

Eros del otro lado, se rasca con una mueca la cabeza, ese es otro que se consiguió una familia de piojos a la que darle hogar.

—Traigo malas noticias —anuncia, aún rascándose—. Parece que me van a cortar el pelo.

Arqueo una ceja hacia él, no veía lo malo en eso, ¡Se lo merece!

—¿Entonces?

—¿Entonces? —repite, indignado—, ¡Que todo mi bello y precioso cabello terminará en el suelo de la barbería!

—Aún no veo lo malo, Eros.

Su mirada grisácea solo refleja indignación hacia mí, hasta que suelta un suspiro y, al igual que Baloo, agacha la cabeza.

Ambos saben que estoy cabreada con ellos.

—Vale, sigues molesta, ¡Pero fue un accidente!

—Eros, ¡Tú y mi perro terminaron infestados en piojos porque sin mi permiso lo llevaste al parque y un grupo de niños con los que estaban jugando los contaminó! —recalqué los hechos del fin de semana—, ¡Y ahora tengo que sacarle los piojos y es algo totalmente asqueroso! ¡Veo muy bien que te corten el pelo!

Él desvía la mirada a un lado y vuelve a rascarse la cabeza, sus labios estaban en un puchero culpable.

—Vale, pero no tenías por qué repetirlo —murmura, aún haciendo ese puchero tonto.

—Te mereces la pena del corte de pelo —aseguro, dándole una mirada molesta de ojos entrecerrados.

Me arrepiento de haber dejado a Baloo con Eros en vez de Zharick. Tenía una simple tarea, cuidarlo el fin de semana que mis papás y yo salíamos de la ciudad por unos trámites de papá en el que no podíamos llevar a Baloo, le di todas las instrucciones en una hoja de papel, el juguete favorito de Baloo y su caja de croquetas preferidas. Su trabajo era sencillo, estar con él y no dejar que se sintiera solo.

¿Y qué hizo Eros? Llevarlo al maldito parque donde un grupo de niños con las cabezas llenas de piojos los infectaron a ambos.

Quise golpear muy fuerte a Eros, y solo me resistí porque su madre me dejó regañarlo. Algo era algo.

—Está bien, sí, me la merezco —dijo, alzando la mirada. Aún tenía ese brillo de «lo siento»—. ¿Cuándo me vas a perdonar?

—Jamás.

—¡Oh, vamos, Didi, fue un accidente!

—Número uno —alzo mi dedo índice, la uña la tenía sucia de cadáveres de piojos—, no me llames Didi. Número dos —alzo mi dedo medio, también sucio—, a menos que encuentres una solución a qué mi perro ya no tenga piojos, puede ser que te perdone.

Una Noche Sin Luna✔️Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ