06 | Un choque con el mesero cogote golpeado resulta mal... otra vez

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-Diane, Diane -hay unas sacudidas a mi hombro que me hacen gruñir-. Despierta, despierta.

Hay otra sacudida un poco más brusca que me obliga a abrir los ojos, veo borroso por un par de segundos hasta que en mi campo de visión aparece Zharick con el pelo rojizo hecho todo un desastre de mechones que apuntan en diferentes direcciones.

Despedí un bostezo.

-¿Qué... qué pasa? -pregunté tallando mi ojo para espabilar.

-Ya amaneció.

Giré la cabeza para ver por las puertas dobles de cristal que dan al patio. La luz del sol mañanero cubre el césped verde y algunos pocos rayos entran a la sala.

Vaya, nos habíamos quedado dormidas.

Volví a soltar un bostezo y estiré los brazos. Mientras que yo estoy echada sobre el sofá, Zharick está en el suelo con la mayoría de las sábanas y almohadas que nos habíamos traído anoche de mi habitación.

-¿Cómo es que tú estás despierta a esta hora? -la señalé, aún medio dormida-, deben ser las seis de la mañana.

Mi mejor amiga me da la primera mirada de «¿Eres idiota?» del día.

-¿Mi rezo del fajr? Llevo un largo rato despierta.

-Oh.

Vale, que me gusta todo ese tema de la cultura islámica, pero para ser honesta, yo no sería capaz de levantarme antes de la salida del sol solo para rezar. Sin ofender, pero lo veo bastante imposible en mí.

Volví a pasar mi mano por mis ojos que se cierran solos. A pesar de que tengo sueño, había que levantarse.

-Hay que... que... -se me escapa otro bostezo que se le contagia a Zhari-, recoger esto, vamos.

Puse los pies en el piso frío de madera y estiré los brazos otra vez. Mi proceso para levantarme cada mañana es un gran reto porque luchar contra el sueño no es fácil, y más cuando te dormiste a eso de las dos de la mañana. Luego de desperezarme, recogimos las sábanas y almohadas para subirlas a mi habitación, en el pasillo nos encontramos a mis padres ya listos para empezar el día.

Mientras yo ordeno las frazadas y almohadas que utilizamos, además de que ya bien busco la ropa que usaría hoy para ir a clases, Zharick va y se da una ducha rápida. Por mucho que le pueda gustar quedarse a dormir, hay algo que odia: el agua fría. Por lo que cuando entra a mi habitación envuelta en una de mis toallas que se a vuelto su favorita, gotitas de agua le caen por la cara y el pecho, perdiéndose bajo la tela, sus dientes castañean por el frío y sus pies se retuercen uno sobre otro para obtener calor.

-N-no me... me g-gusta el a-agua fría... -balbuceó cómo pudo aún con sus dientes castañeantes.

Yo solo me reí de ella. Pobrecita, no aguanta un poco de agua fría.

-Iré a ducharme -anuncié tomando mi toalla y cuando pasé por su lado, choqué mi cadera con la suya-. Baja a desayunar si yo aún no salgo, ¿Vale?

-V-vale...

En el baño, me di mi clásica ducha de agua fría como todas las mañana, como siempre, logra espabilarme y despertarme por completo. Lavo mis dientes en cuanto termino de bañarme y voy a mi habitación que está vacía. Antes que Zharick entre de imprevisto, (porque sí a pasado) me visto con rapidez con lo que había elegido antes: unos shorts porque en serio que el calor está terrible, acompañado de unas medias largas de malla negras que hace ya un tiempo no uso, una camiseta que me queda un poco holgada de color blanco con una decoración de manchas de pintura que me regaló Mónica en la navidad de hace un año, y de zapatos los primeros tenis negros que encontré en mi armario.

Una Noche Sin Luna✔️Where stories live. Discover now