29 | Quedarse de palo en el momento menos oportuno es mi especialidad

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Como el trozo de omelette que hay en mi tenedor, siguiendo con mis pensamientos. Otro mordisco acompañado de un pedazo de pan, nada se me ocurría.

¿Qué tenía Eros hoy en la pizzería? Me tenía preocupada.

Doy un sorbo a mi jugo, escuchando los gruñidos de Baloo en la sala y las risas de papá, esos dos juegan de forma bastante brusca.

Los ignoro y sigo con mi cena, Christopher dijo algo sobre un familiar enfermo de Eros en Boston, ¿Algún abuelo? Nunca me a hablado de sus abuelos. ¿Algún tío? Tampoco. ¿Un primo? No lo sé.

De hecho, analizando todo esto, descubro que Eros no me habla mucho de su familia, solo de los más cercanos: sus padres y sus hermanos. No sé nada de sus abuelos, o tíos, ni siquiera sé si tiene primos.

Esto solo atribuye más a mi duda de si él realmente confía en mí.

Doy otro sorbo a mi jugo que hace que lo termine, al rato me acabo mi cena. Como hoy era mi día de lavar los platos, voy a la cocina a cumplir con mi labor, así tener todo listo he irme en paz a mi habitación, así mamá no me estará reclamando nada.

Dejo mi plato con los demás sucios dentro del fregadero y abro la llave con un resoplido, fregar no es de mis deberes favoritos. Me gusta cuando escucho música, se hace llevadero, pero mi móvil y audífonos estaban en mi habitación arriba, y tampoco tenía muchos ánimos de subir y bajar las escaleras.

Desde que llegué a casa, simplemente no estaba de humor.

Apenas empezaba a enjabonar un plato cuando algo capta mi atención, la ventana de la cocina no es que era muy grande, pero sí da la suficiente visibilidad al jardín para dejarme ver a la persona que se adentra. Frunzo el ceño, tratando de reconocerlo, las luces afueras no daban una buena iluminación.

Alto, manos dentro de una chaqueta, iba con gorra, ¿Quién diantre...?

Descubro de quién se trata cuando tropieza con el aspersor de riego y empieza a saltar en un pie sujetándose el otro.

Dejo mi tarea de lavar platos para después, seco mis manos con un trapo y salgo de la cocina, papá ahora ve la televisión dándole caricias a Baloo en la cabeza, mamá debe de seguir arriba acomodando su habitación. Llego hasta la puerta y giro el pomo, del otro lado, Eros tenía la mano empuñada, apunto de tocar.

-Eros.

-Diane -aunque sonríe un poco, no es de esas sonrisas llenas de alegría que siempre me regala.

Algo aún seguía pasando con él.

Ambos solo nos quedamos de pie uno frente al otro en mi puerta de entrada, yo esperando a que dijera algo y él, pues, solo tenía esa sonrisa apretada de labios cerrados y las manos dentro de los bolsillos de su chaqueta.

-¿Quieres hablar de algo? -le pregunto, lo conozco demasiado bien para saber que no podía decir una palabra.

-Sí, yo... bueno -espía hacia adentro sobre mi cabeza, luego vuelve a verme-, ¿Puedes salir un momento?

Asentí, saliendo al porche y cerrando la puerta detrás de mí. Nos sentamos uno al lado del otro en la escalinata, estirando las piernas. Él aún iba en su uniforme de Angelo's, emana un aroma a pizza; yo por mi parte tenía pinta de una vagabunda con este viejo pantalón de pijama que alguna vez fue blanco, una camiseta que me llega hasta los muslos y descalza.

Espectacular, Diane.

Escucho un resoplido por parte de Eros, luego como empieza a tamborilear sobre sus muslos, acción que suele hacer a veces cuando los silencios estaban podiendo más que él.

Una Noche Sin Luna✔️Where stories live. Discover now