33 | I hate accidents except when we went from friends to this

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—Por mí no hay problema —papá se encoge de hombros.

—¡Sí! —festejé.

—¡Louis! —exclama mamá a su vez.

Él le dirige una mirada confundida.

—¿Qué? Vamos, cielo, confío en Diane, conozco al muchacho, además, estará Zharick y los padres de Eros, ¿no? —asentí, aún emocionada—. Mientras no solo sean adolescentes en una casa, por mí puedes ir.

—¿Y cómo sabes que estarán los padres de este muchacho presente? —insiste mamá, tan terca como siempre.

—Yo confío en Diane, también sé que no me sabe mentir y que tiene un feo remordimiento de conciencia.

Buen punto, Louis.

Mamá suspira, torciendo la boca. Su lado materno sobreprotector entrando en debate con todos los puntos que papá y yo hemos dado.

—Por favor, mamá —le pido, juntando mis manos a la altura de mi pecho.

Tiene esa expresión indecisa lo que me resulta una eternidad, hasta que por fin, despide un suspiro que considero de rendición y fuerza una sonrisa.

—Está bien, podrás pasar la noche en casa de Eros.

—¡Sí!

—¡Con...! La condición de que yo te llevo y hablo con los padres de este muchacho.

Asentí sin dejar de sonreír, levantándome del sofá pequeño que está del lado derecho del más grande para hacerme un espacio entre mis padres y pasar mis brazos sobre sus hombros para darles un abrazo. Fueron unos largos cuarenta y cinco minutos de discusión que valieron toda la pena.

Ahora podré pasar la noche de luna llena en casa de Eros con mis amigos para ver el florecimiento de la flor de luna. Ya gran parte de las cosas estaba planeadas y yo no quería perderme por nada esa pijamada.

—¡Gracias, gracias, gracias! —digo, aún apretujandolos, algo que les da risa—. ¡Iré a avisarle a Zharick! —anuncio, brotando emoción, saltando del sofá para subir a mi habitación.

Ahí me echo de un salto a mi cama tomando mi móvil para hacerle una llamada a mi mejor amiga, su último mensaje en la barra de notificaciones pone «Que Alá esté contigo», más abajo está otro de Eros, «¡Sí se puede, Didi!» era lo que decía.

Marqué primero a mi mejor amiga.

—¡¿Qué te han dicho?! —pregunta al contestar, haciendo que aleje el móvil un segundo de mí oreja por su grito.

—Calma —le pido.

—Blah, blah, blah, ¡¿Qué te han dicho, Didi?! —vuelve a preguntar, más insistente.

Solo por tortura balbuceo algunas cosas para retrasar el momento, Zharick se da cuenta de mi treta, por lo que vuelve a exigirme que le cuente lo que a pasado.

—Vale, vale —acepto entre risas—, me han dicho...

—¿Te han dicho...?

—¡Que sí, podré ir a la pijamada mañana!

—¡Siiiiii! —festeja y bien pude imaginarmela dando saltos de alegría.

No solo yo era la emocionada aquí, el permiso de Zharick dependía tanto del mío como el mío del de ella, nuestros padres nos dejan salir si saben que vamos a estar con la otra. Claro, a ella sus padres le dan un poco más de libre albedrío con respecto a sus salidas que a mí, pero en este tipo de situaciones, (de dormir en casa de algún amigo, sobretodo si ese amigo es un chico) si no estoy yo, a ella no le cederán la salida. Y si no está ella y no hay adultos, ni de cerca debo pensar que me dejarán ir.

Una Noche Sin Luna✔️Where stories live. Discover now