Pesadillas

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Los monstruos y los fantasmas son reales,

Viven dentro de nosotros...

Y a veces ganan.

—Stephen King.

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La serpiente la envolvía con su cuerpo, apretando y asfixiando. Se sentía tan pequeña, tan débil, tan frágil; la sola idea de que aquel monstruo, que se escondía en las sombras y la veía fijamente con sus ojos del color de la sangre, decidiera que ella ya no valía la pena y diera la orden para que la desviviera aquel reptil, le causaba terror.

No podía moverse, estaba paralizada. Sentía que sus pulmones explotarían de la falta de oxígeno, el cuello le dolía del agarre de la serpiente y sus ojos lagrimeaban. Apartó la mirada del monstruo y de la serpiente, Harry Potter corría hacia ella con una espada y al segundo estaba muerto a los pies de un basilisco.

El monstruo reía en la oscuridad y le daba las gracias. La serpiente dejó de apretar, dejó de asfixiar y sus pies tocaron el suelo. Tambaleando llegó al cuerpo de Harry, estaba frío y cubierto de sangre, y era su culpa.

Sintió algo acercarse y al voltear lo vio, era el mismo chico que la había convencido de anotar cada miedo que tenía en aquel diario, pero ahora sus ojos eran rojos y poco a poco el resto de su cuerpo fue transformándose en una especie de fantasma pero perverso y oscuro. Y la serpiente lo rodeaba fielmente, hasta que él decidió que ella ya no valía la pena y lo último que vió fueron los colmillos del reptil que se lanzaba hacia ella y...

Despertó agitada y temblorosa, sentía el sudor caer por su frente y sus manos apretaban las sabanas con fuerza. Recorrió su habitación con la mirada de forma frenética, pero estaba bien, estaba a salvo.

La puerta de su habitación se abrió al instante y la luz del techo la encegueció al prenderse. Cuando sus ojos se acostumbraron al brillo, vio que Harry Potter se acercaba a ella con la preocupación marcada en el rostro.

—¿Te encuentras bien, Ginny? —le preguntó él, tomando asiento a los pies de su cama—. Te escuché gritar.

Ginny no era consciente de que había gritado y no caía en la sorpresa de que el amigo de su hermano se preocupara por ella. Pero ahí estaba Harry, sentado frente a sus ojos ofreciendo ayuda y consuelo.

—Sí, lo siento, fue sólo una pesadilla —se disculpó, apenada. La voz apenas le temblaba—. Aparecieron luego de lo que pasó el año pasado... —se pausó, esperando que Harry entendiera que no quería mencionarlo y él asintió en respuesta—, creo que están peor ahora porque las clases empiezan pronto.

El niño frente a ella le extendió su mano y Ginny, controlando sus nervios, la tomó. Fue instantánea la paz que brotó en su interior, como si todos sus miedos y preocupaciones fueran absorbidas por Harry.

—También las tengo, a las pesadillas —le confesó—, no sé cuando llegaron o cuando se irán y estoy seguro de que creceremos y serán peores, pero ahora sabes que te entiendo y puedes contar conmigo cuando te ocurran.

Ginny le sonrió. —También puedes contar conmigo, Harry.

—Lo sé —le devolvió la sonrisa, animado de creer que podría tener otra amiga en Ginny—. Me quedaré hasta que te duermas, si quieres. Así sabrás que todo estará bien.

Ella asintió y se arropó, mientras que Harry tomaba asiento en la silla junto a su cama. Pasaron minutos hasta que Ginny se durmió y él nunca le soltó la mano, hasta que tuvo que irse a la habitación de Ron.

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⏰ Last updated: Apr 20 ⏰

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One-Shots | Harry x Ginny.Where stories live. Discover now