Su Omega.

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El reciente olor a sangre era partícipe de esa inesperada y aterradora noche.

Al igual que el débil aroma de ese Omega.

Su Omega.

Un gruñido gutural salió de sus resecos labios, los cuales estaban lastimados por el rápido crecimiento de sus colmillos. Mientras que sus pupilas devoraba todo lo blanco de su ojo y color de sus rojizos iris.

Tanto él como su lado salvaje estaban perdiendo el control.

─ ¡Ayúdenme a sacarlo! ─grito alterado y con nerviosismo el de seguridad al verse superado por el Alfa.

Ante eso, los amigos y conocidos más cercanos acataron.

La sala de espera estaba siendo invadida por el nauseabundo aroma tenso que expulsaba con ira y desespero O'hara. Al igual que otros olores de sus amigos y contrapartes, mostrando su inmensa preocupación ante la noticia, pero no dejándose dominar por su lado irracional.

Desde que una de las enfermeras había salido a darles la noticia de que el bebé, recién nacido, estaba bien y que no sufrió nada. La pequeña May era el suceso más importante en toda la Spider-sociedad.

Todo estaba en virotes y aullidos de felicidad por la familia y amigos de ambos primerizos padres.

Aunque no paso más que tres miserables minutos para que otra enfermera saliera en busca de más doctores por complicaciones con el Omega.

Complicaciones graves.

Y en menos de un segundo después, el Alfa pudo sentir como el palpitar del corazón de su enlazado estaba en un ritmo preocupantemente bajo.

Eso lo volvió un desquiciado.

Buscando entrar a la habitación donde estaba siendo atendido su pareja. En busca de refugiarlo en sus brazos y aroma.

De hacerle sentir protegido.

Al... Fa... Miguel...

Oía dolorosamente su llamado. Atormentando más su perturbada alma y cuerpo. Lanzando gruñidos y arañados a sus amigos en busca de escapar. Necesitaba a su Omega. Y él lo necesitaba.

Como pudo, y con todas sus fuerzas, dio pasos más cerca de donde estaba el Parker.

Ya voy, Omega. Ya voy, Peter.

Benjamín, también llamado Spider-Noir, estaba bloqueando la puerta, le mostró sus colmillos. En una amenaza, incremento su aroma. Su lealtad estaba con el castaño y debía asegurar su bienestar. Lo mejor para el Omega era que lo atendieran. Sin que el Alfa líder, Miguel, estuviera interrumpiendo.

Cosa que noto el contrario, haciéndole sentir traicionado y enfurecido. Nunca lo habían amenazado, ni mucho menos retado.

─¡Ya cálmense! No es el momento para una disputa. ─grito con contenida rabia Jess, amiga Omega cercano de Peter y Miguel. También de Noir.

A su lado estaba su alumna, su sucesora. Una hermosa como poderosa Alfa, Gwen. Quien veía todo en silencio, tratando de tranquilizarse y pensar que todo saldría bien. Junto a ella, estaba un preocupado Miles.

La inesperada situación lo dejo en shock, su alma abandono su cuerpo de la impresión.

─¡Quítense de mi camino! ─bramó imponente el otro Alfa. ─¡¡Me llama, me está llamando!!

Podía sentirlo.... Tan débil.

Miguel... Me duele... Me... Due... Le...

Su dolor... Lo podía sentir a viva piel.

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