Hogar.

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─Tu aroma te delata. –señaló con obviedad Hobie, mientras se cruzaba de brazos.

Al lado de él, Miles lo miro de mala forma antes de voltear a ver a su mentor.

Aquella persona tristemente acariciaba su abultada barriga, intentando mostrar que se encontraba en buen estado. Entre sus brazos, una dormida May abrazando fielmente su camisa.

─Peter, deberías volver. –inquirió con desánimo.

Amaba y quería a ese castaño de ojos marrones como su propio padre. Fue el único que verdaderamente creyó en él, quien lo ayudo, quien lo educo y enseño todo lo que necesitaba para ser un Spider-man. Le disgustaba verlo así de esa forma.

Se sentía la peor persona del multiverso.

Por su culpa desunió a una familia.

─No puedo dejarte solo en esto, niño... –fue su contestación. Con su labio inferior temblando, aguantando fuertemente un aullido de lamento.

Por su culpa, ahora Peter estaba sufriendo. Afectado por la falta de su Alfa.

Habían huido lejos después de intervenir en el evento canónico de todo Spidey, huyeron por el bienestar del boricua. Quien, por orden del líder de la sociedad arácnida, era un prófugo de la ley y debía tratarse como a un enemigo.

Peter B Parker tuvo que tomar una gran decisión, cualquiera opción que eligiera afectaría de grave forma a su corazón.

Dejar a Miles Morales batallando solo contra Miguel y no poder evitarlo. O dejar a su Alfa por el bien de su cachorro.

La primera le sentaba la culpa y la segunda el dolor lo dañaba.

─Miguel lo entenderá.

Gwen hizo un ademán para que se detuviera. La ola de aroma a aflicción del castaño mayor inundaba el lugar.

Ella, al ser una Omega, entendía a la perfección lo que estaba sintiendo Benjamín a través de sus feromonas.

─Miles, podrías por favor dejar de hablar. –habló con súplica.

O'hara nunca lo absolvería, jamás lo perdonaría. Y era entendible el porqué de esa razón. El Omega lo aparto, lo atacó y huyó junto a sus cachorros. Todo por Morales, por ese joven Alfa que atentaba contra todo el trabajo de Miguel.

Hirió a su Alfa, el Omega lastimo al mexicano por un cachorro que no era suyo propio.

El vínculo que los conectaba se debilitaba con el paso de los días.

No sentía nada. Y temía que nunca sintiera más a su compañero de vida.

─Estoy seguro de que te perdonará, te ama y-...

─ ¡Solo cállate, niño! –exclamó con dolor, abrazando más a Mayday. Buscando sentir a su Alfa. Sentirse en su hogar. ─ ¡Si tanto quieres que vuelva, entrégate y sigue el canon!

La culpa lo atravesó al finalizar esa oración.

No fue su intención herir también al boricua.

Miro con desasosiego al adolescente, el abatimiento en su cara solo incremento su dolor.

Sus cristalizados ojos vieron como su cachorro se acercaba, al estar a escasos centímetros lo envolvió entre sus brazos. Soltando su fragancia, indicándole que todo estaría bien. Siguiendo la acción del pelinegro, Stacy se acercó a apretujarlo.

Pavitr y Hobie se unieron al grupal abrazo, también impregnándolo de sus aromas. Noir, quien estaba haciendo vigilancia junto a Ham y Penny, se unió también, al igual que los otros dos.

El mayor estaba en el centro, respirando ese tranquilo aroma.

Aunque no tuviera a Miguel a su lado, se sentía en casa con ellos.

Su mano pasó por su panza, con cuidado de no soltar a May.

Sería fuerte y saldría a delante por ese nuevo cachorro.

Protegería a sus cachorros.



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Próximo capítulo: ¡Quiero dos papás!(parte 2).

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