13

3 0 0
                                    

LAILA

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

LAILA

Despertar en un sitio como la Sede de Guardianes era algo que nunca había imaginado que ocurriría en su vida. Todavía le costaba asumir que estaba despojándose de su vieja identidad falsa, y que pronto iba a verse obligada a proteger a otros civiles bajo un nuevo manto, por muy poco que le agradara la opción.

Terminando de lavarse los ojos, Laila exhaló la espesa fragancia que rondaban por los aires de la habitación y observó con detenimiento la enorme vista del paisaje de la ciudad nublada que se reflectaba en los vidrios. Las gotas de rocío no paraban de caer de los árboles de ramas torcidas sobre el ventanal y el bullicio del tránsito atravesaba los edificios por medio de zumbidos automovilísticos, mientras que las calles iluminaban a los caminantes.

Como siempre, la ciudad era una explosión estrambótica de pasajes de neón azules y blanquecinos. Fuese día o noche, jamás desaparecían.

«Este trabajo parece que será proteger a otros, cuando antes nadie se preocupó por mí. Excepto Igni. Qué irónico» pensó al terminar de levantarse de la cama y abandonar el ventanal, arropándose con una nueva vestimenta que tenía proveída en un baúl abierto, un suéter aguaverde ligero y un pantalón arrugado y algo desteñido.

Al menos, agradecía al Guardián por haberla salvado y darle un mejor refugio, pese a que la comida que le había entregado durante la noche todavía le sabía extraña en su paladar, ya que no estaba acostumbrada a probar una buena cena desde hace tiempo. Su estómago se había adaptado a las diminutas migajas de pan que Llamarada le proveía cuando este la encerraba en su anterior residencia, que a los buenos platos. Pero menos podía discernir si la sensación de malestar era el efecto venenoso que seguía implantado en su sangre o una simple ilusión.

Curiosa, recorrió la habitación, bordeando la mesa más cercana. Tanteó la fina madera, hallando una tijera, que, junto a un espejo, yacían abandonados, un poco más aislados al lado del ropero.

Su respiración se tornó agitada al pensar de nuevo en el apodo que resonaba en sus recuerdos: Cristal. Y con desesperación, un solo movimiento brusco del filo bastó para que su larga cabellera se desplomara contra el suelo.

Clic tac. Clic tac.

El áspero ruido del objeto cesó de inmediato tras un golpazo contra la fina madera, para por fin dirigirse al mirador y contemplar su nueva apariencia.

Simultáneamente después de ver su desaliñado corte, Laila percibió que apenas quedaban rastros de sus magulladuras visibles. El parche, por si acaso, también hacía un buen trabajo en esconder su marca natal para que nadie supiera acerca de sus habilidades anuladas.

—¿Laila, te sentís mejor? —la voz de Igni resonó a través del ajetreo del picaporte, seguido después del chirrido de un timbre —Es hora de que volvamos a reunirnos.

Guardianes de la AscensiónWhere stories live. Discover now