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Tras escapar de las ruidosas calles, Cristal no se sentía contenta con lo que había ocurrido en los inmensos tejados de una tienda de Buenos Aires

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Tras escapar de las ruidosas calles, Cristal no se sentía contenta con lo que había ocurrido en los inmensos tejados de una tienda de Buenos Aires. Solo podía degustar el amargo sabor de lo que significaba ser derrotada ante los ojos del público, solo siendo ridiculizada porque existía una persona con más poder que ella.

Deseó en un momento tener la victoria arrebatada. Haberle demostrado a toda una muchedumbre que los Guardianes eran igual de egoístas que alguien que era uno de los Trascendidos, habría sido otra historia que contar. Y tal vez hubiera demostrado que los que estaban de su lado decían la verdad.

Sin embargo, el crujido de unas hojas secas alrededor del suelo hizo que se alertara de inmediato. Sabía que alguien estaba siguiéndola en plenas veredas brumosas y que alejarse del todo para regresar a su hogar no sería demasiado fácil después de no haber recuperado la daga que su líder necesitaba.

Se detuvo a modo de alerta y procuró esconderse, cabizbaja, cerca de lo que conocía como la Avenida de las Viejas Fábricas. Aunque en realidad no era más que un lugar repleto de tachos metálicos (útiles en caso de que buscase recursos para mantener la Eterquimia en su cuerpo) alojada en las esquinas de varias fábricas de paredes amarillentas, llenas de musgos que caían a pedazos.

Los ruidos incrementaron a medida que los pasos se acercaban de a poco a Cristal, y en medio del casi borroso ambiente, notó la fornida y reconocible silueta de un hombre joven que le parecía bastante familiar. En definitiva no era Sombra, ya que su cabellera no era dorada, por lo que trató de ocultarse un poco más, pero ya era tarde.

Igni, descubriendo donde trataba de esconderse la muchacha, se sentó a su lado sin hacer mucho ruido. Ella solo se dio la vuelta, en un esfuerzo por ignorarlo, y dejó escapar un débil bufido de incomodidad.

En un instante, y a pesar de sus fallidos intentos, su corazón palpitó rápido, pensando que Igni planeaba hacerle daño y pretendió correr. A pesar de que no tenía heridas grandes provenientes de la pelea, no podía evitar desconfiar de él. Pero para su sorpresa, Igni solo reaccionó llevándose una mano a la cabeza, confundido y luego se encogió de brazos.

-¿Sos Cristal, de La Orden? -el preguntó con una voz apenas entrecortada -Pensé que en realidad ibas a matarme delante de toda esa gente.

-Prefería perder ante un tonto como vos antes que darle poder al verdadero crimen -explicó, para luego ponerse de pie -Ellos jamás me dieron otra opción que obedecer sus reglas. Y si Llamarada me descubre...

-¿Qué pasará si ese tipo te descubre?

-Él me matará si no cumplo su deseo de recuperar lo que necesita.

El Guardián se quedó atónito al escucharla, pero también no podía prevenir sentir un nudo seco en la garganta al estar sentado cerca de lo que la sociedad había acusado de ladrona, sin importarle que era una simple joven que buscaba distraer a su propio bando para huir.

Guardianes de la AscensiónWhere stories live. Discover now