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Nacer en una familia de Ascendidos famosos era un privilegio de unos pocos en la Capital. Sin embargo, para Igni no era más que una carga pesada que se repetía sin un fin.

Y como cualquier otra persona que poseía una gran influencia en la seguridad de los suyos, esconder sus sentimientos reales era una práctica de lo más habitual en su vida.

Sentado a la derecha de una ancha mesa de abeto, Igni se encontraba en plena charla con sus dos compañeros mientras la luz del sol acariciaba sus mejillas y la sensación de una humedad permanente se esparcía de a poco por las ventanillas del salón de reuniones ubicado dentro de la Sede de Guardianes.

A su lado, lo acompañaba un joven moreno cuyo ánimo no demostraba que estuviera contento y que sostenía un libro de guía que estaba leyendo con atención. Y a su izquierda, una muchacha cuyos mechones rubios se alzaban por su frente, intentaba de mantenerse al margen de la charla, con la mirada puesta hacia la ventanilla que daba paso al paisaje árido de la ciudad tras una Gran Lluvia intensificada.

Al parecer, lo único que el equipo tenía en común eran los antifaces que cubrían sus verdaderas caras y los trajes azabaches, decorados por líneas de colores blancas, doradas y rojizas que les daban aspectos llenos de heroicidad y fortaleza.

—Me parece que desde la prensa de Momento Nacional nos estuvieron informando que habrá un cambio interno en los Guardianes —su compañero explicó con una preocupación distante en su rostro, cerrando el libro de golpe y aislándolo de la mesa —Al parecer, la gente está conmocionada con este anuncio. Si lo ignoramos, el rumbo será peor, por lo que debemos actuar antes.

Al parecer, tras el incendio y la huida de Cristal, las cosas se habían vuelto bastante difíciles. En los diarios no paraban de aparecer noticias y rumores acerca de renuncias alrededor de varios de los integrantes de la organización a la que pertenecía.

—Lo sé muy bien, Cobrizo —Igni respondió en un susurro —No fue buena la situación del incendio en la que me encontraba. Por suerte solo hubo heridos, aunque sigue siendo algo grave.

—¿Y sabés por qué pasó? ¡Abandonaste a tu equipo en el minuto que todos te necesitaban! ¿Solo porque una ladroncita tonta trató de bloquear tus pasos, no es así?

—No voy a negarte eso.

«¿Cómo era posible, que siendo alguien importante para toda una nación, me dejase besar por una chica que se considera un peligro? Es vergonzoso. Hay que fingir que nada pasó» Igni pensó para sí mismo, procurando no sonrojarse tras el vívido recuerdo de aquella situación.

—Ah, sí... Cristal, la chica de la capucha oscura —respondió, agachando la cabeza —Igual no creo que haya tenido una intención sólida para atacarme. Lo único que ella quería era acceder a otra avenida sin un permiso legal.

—Ese mismo acto solo ocasionó que Forte Ignito, tu padre, renunciara de inmediato —aclaró Cobrizo en un acento mucho más marcado, lo que denotaba que él provenía del sur de otro país —Le es imposible de creer que todos tus propósitos de avasallar a cualquiera de los Trascendidos hayan resultado en errores penosos de tu parte.

—¿A qué te referís con esto? No entiendo —Igni preguntó, alzando la cabeza una vez más —No deseo que esa generación acabe tan pronto...

—Supongo que tu diversión tiene de acabar —Radiante, la otra integrante, le advirtió, cruzándose de brazos —Hace apenas un día está confirmado el rumor sobre la salida de uno de los Guardianes, el representante de la segunda generación y que quizás se debe a lo sucedido en el incendio. A este punto, necesitaremos de alguien que lo suceda.

Guardianes de la AscensiónWhere stories live. Discover now