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Después de varios días de intensos preparativos, una multitud congregada sobre las vallas de la Sede auguraba una de las mayores promesas que se anunciaban por medio de boletas: la aparición de Igni en un evento festivo

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Después de varios días de intensos preparativos, una multitud congregada sobre las vallas de la Sede auguraba una de las mayores promesas que se anunciaban por medio de boletas: la aparición de Igni en un evento festivo. El aire fresco de aquel fenómeno apodado la Gran Lluvia había dejado de recorrer por la plazoleta, lo que dio paso a una creciente ola de calor en el que las personas se regocijaban de alegría mientras arrojaban papeles picados de tono celeste sobre los pavimentos húmedos.

Según las noticias, relatadas por el jefe en forma de varios discursos frente a la entrada, se daría un acontecimiento importante donde Igni iba a sucederle a su padre y a la vez, asumir el cargo de Guardián, pese a que aún no se encontraba participando del anuncio.

—¿Dónde está la gran conferencia de la que siempre estás hablando, señor Fernando Vallefuente? —se quejó una de las reporteras, la cual daba un forcejeo constante frente al acceso a la edificación, aunque otras de sus colegas se lo impidieran —Déjeme entrevistar a la próxima esperanza de nuestro país. Sería un enorme orgullo nacional contar con su presencia, es un buen chico.

—No se preocupe señora, Igni y el resto están dentro de la Sede. Es de mi agrado informarle que es ilegal pasar a las puertas sin ningún permiso, así que si no querés problemas, no te metas —la frenó con una señal en alto —Mis jóvenes primero necesitan recargar sus energías antes de que les pregunten sobre el estado actual de su labor.

★★★

Escondido en uno de los baños de la Sede, Igni era capaz de oír las lejanas discusiones que resonaban en ecos, pese a que fingía que no prestaba atención al escándalo que se estaba armando.

Una vez terminó con su ducha, secó y peinó su cabello algo húmedo, el cual le daba una belleza de lo más sencilla gracias al espejo frente a su mirada. No obstante, se apartaba constantemente de ahí, temiendo que su apariencia no quedara tan perfecta.

—Soy solo Igni para los demás —se susurró para sí mismo, saliendo de su habitación con una confianza fingida —Tendré que recordármelo por si me lo olvido. Después de todo, esta identidad es una buena ilusión y también es lo que agrada a los demás.

Avanzó directo a la cocina tras vestirse, en donde aisló varias tazas, las limpió y vertió un humeante café con leche para cada uno de los integrantes de su equipo. Los granos, recién tostados, emanaban un aroma intenso y delicioso. Las ansías comenzaban a tentarlo a pesar de que todavía ni había degustado el desayuno.

Cuando las tazas recién vertidas se enfriaron un poco, se dirigió al horno y calentó tres pares de tortillas fritas. Repartió el desayuno por la mesa con añadidos de fetas de quesos, justo en cuanto los ruidosos pasos del resto de sus compañeros le advirtieron que ya se encontraban listos para entrar en la pieza.

—Qué excelente cocinero es Ignacio, ¿verdad? —Radiante le bromeó en un guiño optimista, sentándose en la mesa —No tengo dudas de que superaréis a tu padre en la cocina. Ya entiendo por qué tu fuego es tan útil a las afueras de tu trabajo.

Guardianes de la AscensiónWhere stories live. Discover now