CAPITULO 44

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Doloroso castigo.

18 de septiembre de 2023

Anastasia.

No consigo dormir en absoluto. Doy vueltas en una cama solitaria en la que Marcello tampoco está ya que la falta de sueño en su cuerpo iguala la mía. El cansancio hizo que decidiera tomarme un descanso hace dos horas luego de la llamada de Alekséi, pero aún así, pese a que el cuerpo me pide una calma temporal, mi mente es un caos constante que me abruma cada vez que cierro los ojos buscando conciliar el sueño.

Aleska ya está despierta cuando bajo las escaleras y como no, si tiene a Massimo a un lado, compitiendo con ella por ver cual de los dos come más rápido. Sigue en pijama, contrario a su compañero, pero eso le juega a su favor ya que toma el plato de cereal y lo lleva hasta su boca, acabando con todo y ensuciándose en el proceso.

—No la regañes —dice una voz a mi lado cuando estoy por abrir la boca. Padre me observa con una sonrisa divertida mientras permanezco en el umbral de la puerta con los ojos en mi hija—. Marcello llamó, dijo que viniera por ella.

—Sí, quiero que la saques de aquí hoy. Mantenla lejos, llévatela a Barcelona de ser necesario —pido casi en un susurro en tanto me cruzo de brazos.

—¿Por?

—No la quiero cerca cuando mate a Nicoletta Basile. Tuvimos que traerla aquí porque era muy arriesgado estarnos moviendo y no quería separarme de mis hijos luego de que Alekséi invadiera la casa de seguridad a la que los trasladaríamos.

—En este punto corren más riesgo lejos de ustedes —asegura padre con tono preocupado—. Me la llevaré, tú solo avísame cuando deba traerla.

Tuerce la boca, escuchando los quejidos y alegatos de un Massimo que está enojado porque Aleska le restriega en la cara que ganó. Ojalá pudiera tenerlos siempre así, molestándose por esas tonterías y no preocupándose por estar en riesgo como les tocará hacerlo en un par de años.

Massimo ya lo ha ido entendiendo poco a poco, lleva más tiempo haciéndose a la idea. Padre se ha encargado de mostrarle el mundo de la misma forma en que lo hizo conmigo y ahora Massimo cambió sus clases de equitación por entrenamientos con filosos cuchillos en mano, tal como se lo sugerí a padre hace varios años.

—Anastasia.

Me giro ante el llamado de Francesca, la cual sostiene a Stefano entre sus brazos. Mi bebé mantiene sus expresivos ojos marrones completamente abiertos en mi dirección y se remueve un poco en los brazos de su abuela, la cual deposita un beso en su puño cerrado antes de volver a darme toda su atención.

—¿Pasa algo? —Avanzo hasta llegar a ella, tomando a Stefano de sus brazos—. ¿Sebastiano no se despertó?

—No, sigue dormido.

—Seguramente seguirá así unas dos horas más, le di de comer antes de recostarme un rato. Tú por otro lado —clavo los ojos en Stefano— seguramente quieres un baño.

—Vittoria llegó, te está esperando en tu oficina —me informa la mujer mientras yo solo tengo ojos para mi hijo en mis brazos—. Dice que quiere hablar contigo.

—¿Dónde está Marcello?

Francesca eleva una ceja, nerviosa. Sí, no tengo que ser adivina para saber que fue a ver a esa perra de Nicoletta Basile.

Le entrego a Stefano a mi suegra y, a pesar de que quiero ir y comprobar con mis propios ojos que Marcello no mate a Nicoletta sin yo haberle puesto un dedo encima, me dedico a caminar al estudio donde efectivamente me encuentro a una Vittoria intranquila, que camina de un extremo al otro como si estuviera preparando un discurso que teme soltar.

PODEROSA VINDICTA [+21]Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz