CAPITULO 39

48.4K 5.4K 1.7K
                                    

En jaque.

06 de septiembre de 2023.

Greta.

Mantengo la vista al frente con las manos apretadas alrededor del volante de mi jeep negro. El sonido habitual de la llamada entrante al celular me hace saltar con sorpresa, y aún con el corazón latiéndome con tanta fuerza contra las costillas, lo tomo y declino la llamada al notar que se trata de Giulio.

Él piensa que estoy en Barcelona, no que me quedé en Madrid y ahora pongo todo en una balanza arriesgándome a perderlo todo.

Inspiro profundo, tragando con fuerza al notar la sombra cernirse a través de la noche y cruzando mi auto en el parqueadero trasero del motel. Compruebo que la pistola está dentro del bolso negro antes de poner mis tacones en firme contra el concreto, tragándome el nerviosismo en tanto me empapo de los recuerdos para avanzar.

Con cada pisada que me hace temblar las piernas, me acerco al hombre encapuchado esperándome en lo más profundo del lugar. Sus ojos buscan los míos al retirarse la capucha y una escueta sonrisa me da obligándome a formar una por mi cuenta.

—Pensé que ya no vendrías. —Sus brazos me rodean al tiempo que me eleva el mentón para que lo detalle—. Siempre es un placer verte, Greta.

—Lo mismo digo.

Oculto la tensión en mi cuerpo con una ligera sonrisa en la que trato de expresar seducción. No me sirve mucho que sus labios lleguen a los míos como en el pasado, tratando de probarme de alguna forma.

Me armo de valor para rodear su cuello con mis manos, enredando mis dedos en los mechones de su cabello al tiempo que mi lengua invade su boca y mi aprieta del trasero para acercarme a él.

Su arma reposa en la cinturilla de sus vaqueros y me presiona contra esta como si de una advertencia se tratara. Sé cuál es su juego, y espero que él no note el mío.

—Pensé que nunca saldrías de Italia, querida —susurra paseando con falsa delicadeza su pulgar sobre mis labios—. Las cosas han estado algo complicadas en España. Sé que ahora trabajas para Sartori.

—Le debo un par de favores a unos del partido. No pensé que eso serviría, pero lo hace. —Presiono las palmas contra la tela que le cubre el pecho—. Dijiste que vendrías conmigo y que la dejarías. Me lo prometiste.

—Y lo haré.

Mentiroso. Esbozo otra sonrisa calmada, casi esperanzada.

—Te necesito, Filipo. —Le sostengo el rostro con firmeza y falsa dulzura—. Me prometiste que nos iríamos lejos y que te alejarías de ella.

—También te prometí que te la entregaría, Greta. Y lo haré, luego de que me expliques por qué demonios te comprometiste con Marcello Venturi.

Su agarre en mi cintura se enfurece al tiempo que sus otros tratan de rasgar en cientos de pedazos mi valentía. Le sostengo la mirada. Filipo siempre ha sido influenciable, por mí o por Nicoletta, y aunque no dudo de mis capacidades para tenerlo en mis manos, tampoco subestimo las de esa perra para manipularlo.

Filipo fue el primero, no solo para mí, sino para Nicoletta también. Lo vimos como un juego, como una aventura por saber cuál de las dos era mejor, y cuando Marcello capturó mi atención, dejé de tratar de competir contra ella creyendo que había ganado. Filipo fue un medio para un fin, pero él nunca vio más allá que lo que nosotras le permitimos que viera.

El hecho de que Nicoletta lo conserve cerca solo me dice lo mucho que le gusta jugar a él en ambos bandos. Y yo finjo que le creo, aún cuando no sé en qué posición del tablero está jugando.

PODEROSA VINDICTA [+21]Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin