Dulces sueños

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015 | DULCES SUEÑOS

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015 | DULCES SUEÑOS

—Cuerpo a tierra —dijo Bill, desplomando el cuerpo de Tom sobre mi colchón.

Como solo habían dos camas para dormir, Tom se quedaría con la individual mientras que Bill y yo compartiríamos la de dos plazas. Sí, así como lo escucharon. Bill y yo compartiríamos cama. Jay me mataría si estuviera aquí.

Uy, pero no está.

—Dulces sueños, Tommy —susurré, antes de apagar la luz y cerrar silenciosamente la puerta de mi cuarto para no despertarlo.

—Muy bien, está hecho —frotó sus manos al terminar su tarea—. ¿Qué sigue ahora?

Alcé una ceja, cruzándome de brazos—. ¿Dormir? Son casi la una de la mañana.

Era divertido ver como Bill parecía estar lleno de energía a pesar de lo tarde que era. Y, siendo muy honesta, yo tampoco me sentía lo suficientemente bien para ir a acostarme luego del conflicto con Jay.

—¿Tú tienes sueño? —me preguntó.

Hice una mueca—. No.

Una sonrisa en su rostro se expandió lentamente—. Perfecto, yo tampoco. ¿Quieres ver una película?

Sin esperar mayor respuesta, el pelinegro me tomó de la mano y me arrastró por los pasillos del departamento, conociendo ese lugar como la palma de su mano.

—¿Una película?

—¿Sabes lo que es? —ironizó, a lo que yo puse los ojos en blanco.

Entramos a la habitación de Gustav y Dani, donde yacía mi computadora sobre la mesa. Fui a prenderla mientras que Bill se sentaba en la cama de los chicos y se quitaba el calzado y la chaqueta.

—¿Qué te gustaría ver? —le pregunté, abriendo algunas páginas en búsqueda de una buena serie para pasar el rato.

—Una de terror, tienes cara de que te encantan.

—Eres todo un maestro detector. Las detesto —volteé por un segundo para sonreírle sarcásticamente antes de volver a la pantalla.

Bajé el mouse unas cuantas veces, hasta que sentí la mano de Bill sobre la mía y su cabeza asomarse por mi hombro izquierdo.

Mierda, no respires, no respires.

Su mano cálida contrarrestaba con el frío de la mía, donde estaba segura que se me había puesto la piel de gallina por su contacto. Ni hablar de su aliento rozar mi oreja a medida que descartaba las opciones de películas que encontraba.

Creo que jamás la cercanía de alguien me había afectado tanto como ahora.

—Scream. Pon esa —dijo, haciendo click a la pantalla antes de alejarse de mi cuerpo en un instante. Casi inmediatamente sentí como soltaba todo el aire que había estado conteniendo en mis pulmones.

—¿Cuál dijiste? —pregunté, despabilándome de mis propios pensamientos.

—Scream. Sobre una chica que tiene un acosador y no sé qué más. Es de terror, pero apuesto a que podrás manejarlo —bromeó, recostándose en la cama con total naturalidad.

Y así, durante las dos horas siguientes estuvimos viendo esa mini serie en el computador en las piernas de Bill. Podría decir que utilicé esa situación como una excusa para apoyarme en su hombro, pero no estoy tan desesperada como para hacer eso.

Repítelo hasta que te lo creas.

Silencio, conciencia.

—¿Cómo no se da cuenta que Ethan es el acosador? Es tan obvio —me quejé, acomodando mi mejilla en su pecho.

—Eso lo dices porque ya viste su perspectiva, genio. Si vivieras lo mismo que la protagonista no te darías cuenta —dijo, acariciando mi antebrazo de arriba a abajo con su pulgar.

De nuevo, esa sensación de que el corazón se me iba a salir del pecho se hacía presente.

—Claro que lo haría —murmuré, en una completa negación—. ¡Oye, eso nos pasó a nosotros! —señalé la pantalla cuando tuve un dejavú con una escena de uno de los capítulos.

La protagonista entraba al cuarto del chico cuando aún no se ponía la camisa y terminaban estando en una divertida situación. No pude evitar recordar la vez que entré al cuarto de Bill justo cuando estaba saliendo de la ducha.

Me preguntaba si volvería a verlo de esa forma en otro tipo de contexto.

Que poquito te duró lo de fidelidad a tu novio, eh.

¡Fue solo una pregunta!

—Supongo que nuestra historia de amor no es tan original como pensamos —sentí su pecho vibrar cuando soltó una risa ronca y adormilada por mi emoción.

—Ey, tengo novio. No lo olvides —me enderecé en mi lugar, volteé mi torso para verlo y le piqué el pecho con mi dedo en una señal de advertencia.

Bill puso los ojos en blanco ante mis palabras.

—Cierto, el tal Ray —ironizó con tono amargo.

—Es Jay —le sonreí, divertida por su repentino mal humor y volví a picarle el pecho amenazantemente.

—Es lo mismo —finalmente alivió sus facciones, sonriendo junto a mí y agarrando con su propia mano mi dedo índice—. Supongo que nuestro romance será del tipo donde la protagonista se da cuenta de todo lo que se había estado perdiendo al salir con un idiota y se enamora del chico cool con gran corazón y un maquillaje excelente —dijo, haciéndome reír.

—Creo que has leído demasiados libros —sonreí, detallando su rostro relajado y algo cansado discretamente.

Me llamó la atención el hecho de que no se había quitado el maquillaje para acostarse, pero no dije nada pues antes de que siquiera pueda hablar, Bill jaló de mi mano izquierda, haciendo que yo termine acostada sobre su pecho como antes. Acomodó la computadora sobre su regazo y se enfocó en la película que estábamos viendo unos minutos atrás.

Fue una forma increíble de callarme la boca, pues en cuanto sentí el suave tacto de Bill en mi brazo y hombros descubiertos, junto al pausado latido de su corazón arrullandome y yendo al ritmo de sus caricias, no pude evitar cerrar mis ojos por fin. A pesar de haber intentado alargar esa noche lo más que fue posible, caí dormida entre sus brazos. Y creo que esa fue la primera vez en mucho tiempo que sentí el pleno y satisfactorio sentimiento de paz, el cual se volvería más adictivo para mi corazón de lo que podría haber imaginado.

B&BLAU © [Bill Kaulitz]Where stories live. Discover now