Tokio Hotel

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OO4 | TOKIO HOTEL

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OO4 | TOKIO HOTEL

Bill
—Gracias. Por ayudarme y por el aventón —me agradeció Bella, abriendo la puerta del auto.

Estuve a punto de pedirle que me diera su número, pero me arrepentí en ese mismo instante. Tenía novio. Novio.

—Cuando quieras —sonreí en su lugar. Ella asintió como una corta despedida.

Reprimí mis deseos de querer seguir estando con ella. Por alguna razón, la presencia de Bella había conseguido animar mi mañana de forma impresionante. Me quedé viendo como terminaba de salir del coche, intentando con todas mis fuerzas no desviar mi mirada hacia otras partes de su cuerpo.

Novio, Bill, novio.

Debería ser ilegal que personas con algún tipo de compromiso usen esos leggins. Por mi bien y el de la humanidad. La observé asegurándome que pudiera entrar a salvo a su casa, intentando mantener mis ojos pegados a su rostro.

Dios, ya me estaba pareciendo a Tom.

De la puerta, salió una figura bastante conocida que me hizo fruncir el ceño. Era Dani, esa misma Dani. ¿Qué mierda estaba haciendo la ex de Gustav aquí?

Compartieron unas palabras que no pude oír por la distancia. Bella entró al edificio mientras que la castaña caminó directamente en mi dirección, probablemente pensando lo mismo que yo. Dio unos golpecitos algo agresivos a la ventana del auto para que bajase la ventanilla.

—¿Qué haces aquí? —preguntó con las manos en sus caderas.

—Soy rescatista de damiselas en desgracia —respondí sin mosquearme, ya estaba acostumbrado a su tono de voz al hablar.

—Muy gracioso.

—¿Qué estás haciendo tú aquí? —devolví la pregunta.

—Es mi departamento. El que comparto con Gustav.

Oh, cierto. Ella y Gustav vivían juntos.

—Pensé que lo tuyo con Gustav estaba... —hice una mueca para provocarla—... ya sabes.

—Eso pensaste —me fulminó con la mirada—. Estábamos... dándonos un tiempo y ahora los dos estuvimos de acuerdo en intentarlo de nuevo —asintió convencida de sus propias palabras, cruzándose de brazos.

Gustav y Daniela se habían conocido hace dos años en quién sabe dónde y habían quedado completamente enganchados el uno con el otro desde el primer minuto. Eran literalmente uña y carne. Si Gustav estaba allí, Dani estaba allí. Momentáneamente todos debimos aceptarla en nuestro círculo.

Por unos meses todo fue bien hasta que comenzaron a terminar y volver como si la vida les fuera en ello. Lamentablemente, pensé que su ruptura de la última vez había sido la definitiva.

B&BLAU © [Bill Kaulitz]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora