Paparazzi

1.1K 197 50
                                    

━━━━━━━━━━━━━━━━━

━━━━━━━━━━━━━━━━━

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

012 | PAPARAZZI

Suspiré viéndome al espejo del cuarto. Se supone que Bill me había dado tiempo de cambiarme mientras él y los demás iban a buscar el auto a la cochera, pero creo que ya me estoy tardando más de lo que debería.

Me mordí las uñas con nerviosismo aunque sea un vicio que debería evitar. Algo de mi atuendo no terminaba de convencerme. Si bien era ropa prestada por Dani, y le tenía una total confianza a su gusto en la moda, mi comodidad no era algo que pudiera exigir. Además, al intentar ignorar los gritos de afuera de la habitación exclamando mi nombre para que me apurase, mis nervios solo aumentaban.

No estaba preparada para salir de fiesta sin Jay, definitivamente no todavía.

Unos golpecitos en la puerta me hicieron voltearme rápidamente por el susto del repentino llamado.

—Pase —dije, volviendo a ver mi reflejo con el ceño fruncido, concentrada en hallar algún error en mi apariencia que pudiera corregir.

—¿Quieres decirme por qué es ésta la primera vez que te veo con un vestido?

El escuchar a Bill me hizo detener todos mis movimientos en ese instante. ¿Qué rayos hacía aquí? No estaba lista, aún no estaba lista.

—No es una buena época del año para usar vestidos —murmuré, girándome para verlo—. Las fiestas son ocasiones especiales —expliqué, intentando no darle mayor importancia a lo bien que le quedaba la chaqueta de cuero que lucía con su típico estilo característico.

Bill sonrió, viéndome por unos momentos en silencio como si estuviera ordenando algunas ideas en su mente.

¡Ya, di algo!

—Pues ya podrían invitarnos a más fiestas —hizo un gesto con su cabeza, apoyándose en el marco de la puerta.

Por alguna razón Bill no se veía igual que siempre. No conocía la razón en particular, no es que estuviera actuando diferente a cómo normalmente lo hacía. Simplemente mi cerebro traicionero halagando diversas partes de su cuerpo me daba a entender que esta situación era distinta a otras a las que estaba acostumbrada.

Tal vez era porque esa fue la primera vez que lo vi de esa forma. Con ese aire fiestero, una forma de moverse increíblemente hipnotizante, y ese maldito maquillaje que iba a volverme loca si lo seguía mirando. Especialmente enloquecería de curiosidad sobre cómo se lo hace, ojalá maquillarme tan bien como él.

Jamás había pensado en Bill como el típico chico nocturno. Era tan amable, educado y transparente, hasta donde sabía, que por alguna razón mi mente lo encasillaba en la clase de chico bueno con el que definitivamente no estaba familiarizada.

Pero ahora, creo que estaba equivocada. Bill era definitivamente un chico de fiestas, y me interesaba saber a dónde esa información me podría llevar.

—No lo creo, me he tardado treinta minutos en decidir qué ponerme, no quiero pasar por esa situación dramática de nuevo —exageré, dándome una última revisión rápida en el espejo antes de tomar mi bolso para poder largarnos de una vez—. ¿Nos vamos? —alce una ceja al ver como Bill no se movía de su posición, simplemente escaneándome con la mirada.

—¿Te he dicho que el azul te sienta de maravilla?

—¿No? —fruncí el ceño.

—Que pecado —sonrió, haciéndose a un lado para que pudiera pasar por la puerta.

No sonrías, no sonrías.

Tarde. Muy muy tarde.

Salimos del edificio junto a los demás. Dani y Gustav iban con sus brazos enganchados, Tom y Georg conversaban mientras que el camino que compartía a un lado de Bill era silencioso. Al menos hasta que yo casi me tropiezo con un hueco y él soltó una risita divertida, guiándonos de nuevo a una charla interesante.

En un momento, la sonrisa de Bill se borró completamente de su rostro, mirando hacia al frente. Me extrañó su cambio de humor tan rápido, especialmente porque todo su cuerpo se había tensado de la nada.

Iba a preguntar, pero al ver como le dedicaba una mirada significativa a su hermano detrás nuestro, supe que ese no era el mejor momento. De pronto, sentí un brazo pasar por sobre mis hombros, alejándome levemente del cuerpo de Bill.

—Ese vestido te queda de maravilla, espero que mi hermano haya tenido el cerebro suficiente como para hacértelo saber. Pero si no fue el caso, me tienes a mí —Tom me dijo, apretándome contra él a medida que caminábamos.

—¿Y esas confianzas? —lo observé con el ceño fruncido.

—Oh, vamos. ¿Bill es el único que puede abrazarte así sin que le gruñas?

Despegué mi mirada de Tom para dirigirla rápidamente a Bill de nuevo. Él ahora estaba lejos nuestro, junto a Georg justamente. No lucía molesto o incomodo con el comportamiento de su hermano, aunque prácticamente nos hubiera separado. ¿Qué era lo que realmente estaba ocurriendo?

—A bicho que no conoces no le pises la cola, que no solamente gruño si me molestan demasiado —advertí, con una sonrisa divertida en mi rostro—. ¿Qué ocurre con Bill? —no pude evitar preguntarle.

Tom intercaló sus ojos entre mi rostro y el del mencionado, terminando en un suspiro disimulado.

—¿A Bill? Nada, por supuesto —le restó importancia, pero yo sabía que algo más pasaba aquí.

Frente a nosotros, una sombra aparecía y desaparecía entre los locales y edificios. Teniendo en cuenta que la calle en donde caminábamos estaba prácticamente vacía, era bastante tétrico.

—¿Qué es eso? —señalé la figura.

—Es... —hizo una mueca—... un paparazzi.

¿Paparazzi? ¿Por qué un...?

Cierto, banda de famosos. Anotado.

—¿Siempre son así? ¿Tan intensos?

—En su mayoría —ladeó su cabeza, sin estar muy conforme con la verdad de su respuesta.

—Debe ser difícil —lo compadecí. No podía imaginarme una sofocante vida de fama sin descanso.

—Para algunos más que otros —me dijo, zanjando el tema—. Pero bueno, ya llegamos.

Y sí, efectivamente, frente a nosotros había un gigantesco salón con luces saliendo de las ventanas y música a todo lo que daba. De ese tipo de lugares que sabes que te harán doler la billetera pero en donde aún así puedes divertirte.

Tomé una bocanada de aire antes de cruzar la puerta.

Aquí vamos.

B&BLAU © [Bill Kaulitz]Where stories live. Discover now