Hombres

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010 | HOMBRES

—¿Que no habías quedado en desayunar en lo de Gustav? —le pregunté a Dani al verla salir de su cuarto aún con el pijama puesto y los pelos revueltos.

De vez en cuando, Gustav dormía en el piso de los gemelos con sus amigos. Esos días era Dani quien tenía que levantarse más temprano para pasar el día con su novio desde la mañana. Claro que la mitad de las veces eso no ocurría.

—Ya me ducharé al llegar —hizo un gesto con su mano, sentándose a mi lado en la mesita y arrancándome la tostada que tenía en mis manos.

—Ey —me quejé al verla morderla.

—¿Te vienes? —se giró en mi dirección con la boca llena.

—¿Qué? No, no me invitaron —negué rotundamente.

—No puedes quedarte sola mientras Jay está ahí afuera —dijo, levantándose de la silla y dejando la tostada a medio comer de vuelta en mi platito—. Además, los chicos nos matarán si siguen teniendo que aguantarnos a Gustav y a mí estando solos.

—Dan, yo...

—Por favor —juntó sus manos frente a mi rostro en un gesto de súplica.

Suspiré.

De nuevo, que fácil que era de convencer.

—Bien.

—Yupii —celebró, dando pequeños aplausos y corriendo a su dormitorio para cambiarse.

Observé mis usuales jeans con una blusa ajustada. Estaba bien, ¿cierto?

Seh. Además, no es como si Bill vaya a decirte que te ves mal.

Tienes razón, consciencia, gracias por tu ayuda.

Nos tomamos el metro con Dani pasándola bomba con la resaca de su vida. Unos grandes lentes de sol tapaban sus ojos como los de Bill ayer, y su piel estaba hasta más pálida que la mía.

Su expresión de dormida se mantuvo hasta cuando un muchacho que no conocía nos abrió la puerta.

—¡Georgie! —lo saludó Dani— ¿Está Gus?

El tal "Georgie" puso los ojos en blanco por el poco interés que le puso a su presencia, y tal solo señaló hacia la sala de estar. Mi amiga se fue dando saltitos hasta su dirección, mientras que el desconocido y yo nos quedábamos parados en la puerta.

—¿Eres su amiga? —me preguntó, notoriamente confundido.

Yo asentí con una sonrisa de labios apretados—. La misma, pero normalmente me conocen como Bella —le ofrecí una mano.

—Georg —la estrechó—. No Georgie. Por favor, nunca me digas Georgie —pidió, con sorprendente seriedad.

Me reí por su rostro traumatizado antes de volver a asentir.

B&BLAU © [Bill Kaulitz]Onde histórias criam vida. Descubra agora