B&BLAU © [Bill Kaulitz]

Dos meses

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OO7 | DOS MESES

Desperté en una cama que no era la mía. En una habitación que no era la mía, en una casa que no era la mía.

Sí, exactamente. Había sido el primer día de muchos viviendo en el departamento de Dani y Gustav.

Salí del cuarto principal con una camiseta grande como pijama y unos shorts que no eran para nada apropiados teniendo en cuenta la temperatura que hacía afuera de la casa.

—Buenos días —saludé, con mi voz aún ronca y pasándome una mano por mis ojos adormecidos.

—Sí, buenos definitivamente —la voz que escuché me hizo detener todos mis movimientos.

Bajé automáticamente mis brazos para tener visión completa de lo que había enfrente mío. Bill se encontraba sentado en la mesa desayunando, con su cabello y maquillaje arreglados, como si el día anterior no se la hubiera pasado bebiendo con sus amigos.

Fruncí el ceño sin entender qué estaba haciendo él allí, claro que luego caí en que la ropa que yo estaba vistiendo y mis apariencias no eran las mejores.

Intenté evitar que se me enrojecieran las mejillas porque me estuviera viendo en ese estado. Supe que no lo había conseguido gracias a la sonrisita que se expandió en el rostro de Bill, divertido con lo que estaba viendo.

—¿Qué haces aquí? —pregunté poniendo mis brazos como jarras e intentando ignorar lo incómodo de la situación.

—¿Qué haces tú aquí? —preguntó en respuesta.

Fruncí el ceño—. Vivo aquí —obvié.

—No, Gustav vive aquí —negó.

De repente, el mencionado salió de la cocina con completa naturalidad, cargando diferentes platos en sus manos para el desayuno.

—Hola, Bella. ¿Dormiste bien? —me saludó, a lo que yo asentí con mis labios apretados.

—¿Por qué Bella durmió aquí? —preguntó desconcertado el pelinegro.

—Volví con Dani —dijo como si fuera algo evidente lo que eso implicaba.

—¿A vivir juntos? —retrucó Bill, sorprendido— Vaya... —alzó ambas cejas cuando su amigo asintió.

—Ahora, ¿qué haces tú aquí? —le pregunté yo, señalándolo.

—Iremos a ensayar luego de comer. Bill vino para llegar todos juntos. Oh, hablando de eso, Dani me obligó a llevarte con nosotros, así que cámbiate por favor —dijo Gustav, a lo que abrí los ojos en gran medida.