Capítulo 23

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Ya nisiquiera sabía cuántos días habían pasado.

Desde que había llegado aquí las palabras que cruzaba con Sunho eran casi nulas, fuera de los momentos en los que me violaba el solo me ignoraba.

Desde aquel día en el que llegamos las violaciones eran continuas.
Sunho me había dejado en claro que esta casa era tanto suya como mía, por lo que podía caminar por dónde quisiera, comer lo que quiera y hacer lo que quiera y que todo estaría bien mientras fuera obediente.

Esa mañana fue la primera en que Sunho no había despertado sobre mí, de hecho nisiquiera estaba durmiendo junto a mí.

Ni bien desperté salí de la habitación y recorrí toda la parte exterior del castillo, hasta llegar al final del terreno, el cual estaba marcado por el comienzo de una bosque de pinos que parecía infinito.

Era muy temprano, alrededor de las 7 de la mañana, el sol aún no había salido por completo y el ambiente estaba siendo abrazado por una neblina densa y fría.

Allí permaneci durante mucho tiempo.

¿Cuando volvería a verlos?

Extrañaba tanto a Dan y a Ken. Papá y nona deben de estar muy preocupados por mí, la única razón por la que aún no había clavado un cuchillo en mí era por ellos y por la esperanza que se mantenía en mí por volver a verlos.

-Con que aquí estabas-. Sunho apareció detrás de mí.

-Solo quería caminar un rato...- Necesitaba alejarme de ti.

Sunho se sentó junto a mí y permaneció un rato en silencio, solo observándome.

-Se que me odias Mercy- Su fria mano ahora acariciaba mí cabello. -Tal vez está no es la manera, solo estoy causando que me odies pero no tenía otra opción-.

-¿Pero que? ¿Crees que obligándome a estar aquí y violandome cada hora haras que yo te ame de nuevo?-. Sunho me miró sorprendido. No se esperaba que le respondiera.

-Tienes razón Mercy. Lo siento mucho- Por un instante logre ver al antiguo Sunho en sus ojos

-Entonces ¿Me dejaras ir?- Toda la esperanza que se había acumulado despareció cuando negó.

-De aquí no podemos irnos Mercy-.

Tenía un plan, haría lo que fuera por salir de aquí. ¡Lo que fuera!.

-Me quedaré a tu lado-.Tomé sus manos y las apreté con fuera.

-¿Que dijiste?-. Me miró sorprendio

-Podemos olvidar todo e intentarlo de nuevo, podemos decir que yo quise irme contigo y olvidar todo. Pero necesito ver a mí familia, ellos deben de extrañarme mucho...y a ti-. Pareció dudar un poco de mí respuesta.
-Prometo quedarme a tu lado Kang Sunho-. Lo abrace fuertemente a lo que el correspondió rodeandome con sus enormes brazos y atrayendome hacía el.

-Aunque quisiera hacerlo no puedo concederte ese deseo, probablemente la policía me esté buscando ahora-.

-Puedo decir que yo me fui por voluntad propia así ya no tendrías problemas-. Sunho nego lentamente.

-Asesine a mí padre y a mí esposa ¿Acaso puedes tapar eso?-.

De repente la sangre se me heló y el corazón se me detuvo.

¿Sunho Asesino...?

-El idiota seguía amenazando y amenazando-. Sunho encendió un cigarrillo apartándose un poco de mí.

-¿Porque hiciste eso, Perdiste la cabeza?-.

-Mi padre me hizo perderla desde temprana edad. No volvería a permitir que nos hiciera daño Mercy-. Evadió por completo mí pregunta.
-Mande a qué te compren algo de ropa, está toda en el armario. Bañate y abrigate saldremos a almorzar- Dijo antes de desaparecer entre la niebla.

Definitivamente había perdido la cabeza...

...

Después de bañarme y ponerme algo de la ropa que Sunho había comprado para mí me dirigí a la entrada en donde el me estaba esperando.

-Te vez preciosa...- Sunho me extendió un ramo de orquídeas blancas.

-Son hermosas Sunho- Algo en el había cambiado desde la noche anterior. Pero la idea de que era capaz de asesinar no salía de mí cabeza.

Al salir de la casa nos subimos a un lujoso auto. El día estaba realmente frío, ya estaba atardeciendo en cuanto Sunho me llamo.

Al parecer íbamos a almorzar, pero tuvo que hacer algo "importante" así que lo dejamos para la cena.

-¿A dónde vamos?-. Conducía tranquilamente por un camino interminable en el que no había nada más que árboles.

-Es una sorpresa, una manera de pedirte disculpas-. Ni aunque me dieras todo el dinero del mundo podría perdonarte Sunho.

Ahora estaba más que segura, estábamos en medio de la nada.
Sunho llevaba conduciendo más de 30 minutos y no había nada más que árboles y praderas a nuestro alrededor. Además viajamos más de 12 horas por lo que era seguro que no estábamos en Estados Unidos.

-Sunho ¿No estamos en USA verdad?-. Sunho negó poniendo su mano libre en mí muslo.

-¿Donde estamos entonces?-

-No te lo diré, Pero te daré una pista...estamos en el fin del mundo-. Sonrio al ver cómo solo termino de confundirme.

-No es justo, deberías de decirme si ahora vamos a vivir aqui- Parecio gustarle mí respuesta ya que su rostro poco a poco estaba volviendo a tener brillo.

Debía ganarme su confianza si quería escapar sin que nadie saliera lastimado.

La PinturaWhere stories live. Discover now