PUF-048.

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DEJÉ EL CELULAR SOBRE LA MESA DE CRISTAL DEL APARTAMENTO DE SANTOS, el tipo estaba mirándome desde hacía par de minutos y yo seguía sin saber qué quería.

—¿Y bien?

—Fui a verlo.

—¿Qué?

—No hagas un show.

—No haría un show si escucharas mis sugerencias.

—Sugerencias.—me reí sin ganas antes de levantarme de la silla.

—Tus sugerencias son una porquería.

—¿Una porquería mis sugerencias?.—se acercó a mi.—¿O una porquería el tipo que te tiene durmiéndote ahogada en lágrimas?

—No hables de él.

—Claro que voy a hablar.—mis ojos se aguaron.—Porque estuviste semanas sin despertarte, en cuidados intensivos, tu papá tenía que verte a través de un fokin ventanal porque estabas con las defensas pal carajo y la más mínima bacteria te mandaba allá arriba.

—No vino porque estaba preso.

—Yo no iba a reclamar eso.—en el fondo yo lo sabía.—Es tu vida y estás grande ya pero no entiendo como es que después de dos meses sigues yendo a verlo, según tú apenas te mira, te habla como la peor porquería, lo mas cerca que ha estado de mostrarte cariño fue en la visita conyugal y el tipo se fue en cuanto se dió por satisfecho.

—Todos tuvimos que ver y nada más el esta preso.

—Tu no eres tan pendeja, no te hagas.—me crucé de brazos.—No tienes porqué soportar ese trato, casi mueres batallando por él, estás esperándolo y agilizando su salida, no le debes un carajo, acuérdate.

—Si no hubiera aparecido..

—Si no hubieras aparecido seguiría con los mismos fantasmas tras él, y tal vez en lugar de preso muerto porque te bajaste al corillo de ese tipo bien rápido.

—Lo siento, sé que es mi culpa que no hablen ahora, ni debí pedirte ayuda aquel día pero..

—Yo cargaré con las consecuencias de mis actos.

—¿Vas a llevarme a verlo?

—Vas a verlo de igual forma.

Agarré una chaqueta antes de salir, sabía que Santos no era fanático de Luar en estos momentos y no era para menos, la única vez que fue a verlo terminó siendo brutalmente golpeado por la persona que consideraba su hermano, lo hizo porque en la prensa no hacían más que comentar que estábamos viéndonos, que de seguro estábamos juntos y tras una investigación en la vida de Luar supieron que Santos era su hermano y todo eso vendía.

No era mentira, parábamos juntos casi todo el tiempo pero no como el mundo pensaba, tras mi estancia en el hospital había teñido problemas para volver a hacer mi vida normal y estaba tan frustrada que me descuidé, no quería comer, no quería salir, no quería hablar.

Una noche agarré las pastillas que tenía en el botiquín y me senté junto a ellas por horas, entonces marqué el teléfono de Santos y llegó, se sentó junto a mi en silencio  mientras yo lloraba, yo sabía que él no me dejaría hacerlo porque en el fondo ni yo misma quería hacerlo pero necesitaba una vía de escape, necesitaba encontrar la manera de seguir.

La actitud que Luar tenía conmigo era la peor tortura a la que podrían someterme pero no iba a dejarlo solo, significaba todo para mi y mi mente no quería aceptar que no quisiera verme .

Llevaba meses tratándome mal, como si me odiara pero yo sabía que no lo hacía, tal vez era su forma de alejarme para así protegerme pero ya no había peligros, ¿de qué o quien debía cuidarme?

—¿Qué carajos haces aquí?

—Verte.

—¿Y acaso las hormonas del embarazo no te dejan tener compresión o simplemente ignoras lo que te digo?.—bajé la mirada.—Deja de traer a mi hijo a este lugar.

Su hijo.

Era lo único que sí quería de mi.

—Estuve en el doctor ayer.—le entregué las eco.—Todavía esta chiquito pero...—suspiré.—Pensé que te haría bien verlo.

—¿Algo más?

—Curiosa cadena.—me dió un manotazo para que la soltara, acaricié la zona golpeada.—Son las balas que casi me matan, ¿Velda'?

No respondió.

—¡Estoy aquí!—alce la voz.—Tumba el "y si" porque no pasó, me tienes frente a ti necesitándote, queriendo apoyarte, amarte como lo hicimos hasta antes de aquel día y no me dejas.

—Es que no quiero que me ames.—tragué duro.—Porque yo no siento mas nada por ti, quiero que arranques pal carajo pero es que tú no entiendes.—el desprecio en su voz me hizo querer salir corriendo.—Deja de visitarme, deja de ayudarme, deja de esperarme porque el Luar que esperas quedó en el pasillo de aquel hospital.

—Yo no estoy esperando por Luar sino por Armando.—su expresión cambió, cuando vi sus ojos aguándose sentí un poco de esperanza.—Por Armando luché, por Armando sigo luchando para que salgas de aq..—cuando alejó sus brazos supe que algo estaba mal.—¿Qué carajos pasa?.—por fin dejó de evitar mi mirada.—¿Qué te hicieron?.—remangué el traje y sentí mi sangre hervir al ver las marcas.—¿Te golpearon?—no me respondió.—¡Responde, carajo!

—Suéltame.—esquivó mi mirada.

—Voy a sacarte de aquí.—volví a mi lugar.

—Deberías irte.

—No, Armando.

—¡Que te vayas,  arranca pal carajo sin viaje de regreso!.—me mantuve firme.

—¿De verdad, ya no me amas?.—se quedó en silencio.—Mírame a los ojos y dime que no me amas, Armando.

—Yo no te amo.

—¡Mirame a la cara!.—pero no me obedeció, me tocó y agarrarlo por las mejillas para obligarlo a mirarme.—Mírame a los ojos y dime que no me amas, Armando. Hazlo.

Mi voz salía temblorosa porque sabía que me quebraria en mil pedazos si esas palabras salían de su boca. Sus ojos oscuros me observaban y mi vista se nubló a causa de mis lágrimas, sentí las yemas de sus dedos en mis mejillas limpiándolas y cuando me fijé en su cara nuevamente lo vi llorando.

—Armando...—unió nuestras frentes.

—¡Guardia!.—negué repetidas veces con mi cabeza.

—¡No , no , no!.—chillé desesperada.—¡No me toquen, maldita sea!.—me hicieron levantarme.—No me toquen...—miré a mi jevo.—Voy a sacarte de aquí,.

—Huye de mi ahora que puedes.—esa frase me cayo como un balde de agua fría, dejé de forcejear con los guardias enseguida.

Y entonces entendí , el mal del cual pretendía protegerme era él mismo.

••••
Lo pidieron mucho, ¿qué os ha parecido?

Public Figure | Luar la L Where stories live. Discover now