┊Capítulo veintisiete

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Un fuerte estruendo resuena alrededor del silencio, en medio de la noche. Los pájaros huyen despavoridos de sus árboles cuando un grito desgarrador se escucha de fondo, pero no hay persona viva que pueda ser testigo de ello pues el lugar se encuentra abandonado en su totalidad... salvo por él.

Quién habita aquella cueva olvidada por el mundo, en medio de un sitio desolado, no era más que Toneri Otsutsuki. Él y una inmensa furia que crece desde lo más profundo de su ser, desde el rencor que siente.

Dando pisadas fuertes por el suelo lleno de humedad, observa su reflejo en un pequeño charco de agua.

El hastío crece en su mirada, la furia se refleja en esos iris celestes, en esos ojos que no le pertenecen, y los cuáles tuvo que robar. Toneri podía ejecutar el plan más malvado que pudiera existir, y aquello sin la necesidad de tener vista.

No necesitaba ver para saber lo que estaba haciendo. Sin embargo, anhelaba sus ojos para poder apreciar la belleza de Hinata, necesitaba tenerlos porque no podía quedarse solo con los recuerdos de su bello rostro o el sonido de su dulce voz. Se negaba a la idea de tener una vida a su lado sin poder observarla. Aquello le parecía una tortura mucho más grande que la mismísima condena a la soledad eterna.

—He hecho todo esto por ti... —susurra a su propio reflejo. — ¿Por qué no te das cuenta? —lentamente su tono de voz va cambiando, llenándose de ese mismo odio que le impulsó a atacar a la mujer que ama. El odio que le hizo querer que su enemigo sufriera el mismo dolor que él, perder al ser amado.

Porque aunque Toneri permaneció bajo el arrepentimiento de sus acciones, no soportó la soledad, ni una vida lejos de ella.

Odiaba a Naruto Uzumaki, lo odiaba por ser el esposo de Hinata, odiaba a Hinata por decidir irse con él, por estar esperando un hijo de ese hombre. Y, por supuesto, detestaba con todas sus fuerzas ese hijo que nacería, hijo al que también intentó exterminar junto a ese dúo de idiotas que se atravesaron en su plan. De no ser por ellos y ese perro mugroso, Hinata se encontraría bajo sus manos ahora, viviendo a su lado la vida que se supone, les correspondía a ambos. Los maldecía, pero por sobre todo, se arrepentía de no acabar con ellos cuándo pudo hacerlo.

—No será ésta la última vez que nos veamos, Hinata... —Toneri se pone de pie, sosteniendo una piedra en una de sus manos. — La próxima vez te traeré conmigo, no me importará que le llores al maldito de Naruto toda una vida, con tal de que estés a mi lado.

La piedra choca contra su reflejo en el charco de agua, mientras se jura a sí mismo que la próxima vez que Naruto y él se encuentren, será el fin del Uzumaki. Lo asesinará con sus propias manos y se encargará de que solo su recuerdo quede entre aquellos que lo conocieron... o tal vez deba borrarlo de la mente de todos, tal como lo hizo con Hinata en aquella ocasión.







—No puedo creer que aún no sepamos nada de él... —Naruto da vueltas por la oficina, exasperado.

Llevaba semanas, no, más bien, meses, buscando a Toneri por cielo, mar, tierra, y todos los lugares que pudieran existir. Pero no, el hombre no aparecía por ninguna parte y eso solo lograba llevarlo a una especie de locura que no conocía.

Intentaba ser feliz al lado de Hinata, disfrutar de su matrimonio y de la venida de su hijo, pero cada vez que pensaba en Toneri, temblaba de miedo y no porque él le causara ese sentir. El miedo que sentía iba mucho más allá, y es que la idea de perder a Hinata, a su hijo, o que haga algo en contra de ellos, era lo que le hacía temblar.

Naruto no lo soportaría, y por eso es que sentía que hace mucho ya no podía dormir tranquilo. Pasaba noches en vela, cuidando el sueño de su esposa. Acariciaba su cabello todas las noches, repasaba sus dedos por encima de sus mejillas, tocaba su piel, sus brazos, sus manos, se aseguraba de sentirla a su lado siempre, porque no quería creer que todo se trataba de un sueño y que la realidad era mucho peor.

Not remember you ┊NaruHinaWhere stories live. Discover now