┊Capítulo once

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Hiashi Hyuga creció en medio de leyes elementales. Su padre, el líder del clan, los crió a él y a su hermano gemelo Hizashi, en medio de la distinción que existía entre la rama principal y la rama secundaria.

Él, dejó de ser un niño a temprana edad. Sus dotes de lucha siempre fueron excepcionales para alguien tan joven, y aquello, lejos de sentirse como un mérito o algo de lo que alegrarse, no era más que un peso extra que caía directamente sobre sus juveniles hombros.

Antes de convertirse en adolescente supo que sería él quien tomaría el lugar de su padre, asumiendo como el líder del clan Hyuga. Aquello por supuesto no ocurriría hasta que él se convirtiera en un hombre adulto, y desposara a una joven que fuera parte del clan, él, al igual que sus antepasados, debía de mantener el linaje sanguíneo.

Todavía se recuerda siendo joven, viviendo entre guerras, entrenamientos, marcas malditas y el distanciamiento con su hermano, quien al igual que el resto de la rama secundaria, debía servir para que él viviera.

Hiashi no conoció el amor de una madre o el cariño de un padre. Pocos años su hermano gemelo era el único con quien podía actuar como un chico cualquiera, porque su realidad era otra. No existían las debilidades para Hiashi, no existían los errores, no existían los sentimientos ni muchísimo menos las emociones. Fue vilmente criado bajo la sombra de lo que debía ser, para cumplir perfectamente bien su rol cuando tomara su lugar como la cabeza del clan.

Su cuerpo colapsó en muchas ocasiones en el pasado, sus emociones fueron invalidadas y su opinión desplazada hasta el fondo de un lugar sin fondo. Esa fue su crianza, llena de violencia y carente de cualquier cariño. Así mismo, fue como se transformó en adulto.

A los veinte años fue citado en el salón de entrenamiento. Al entrar pudo ver a su padre en compañía de una joven que permanecía cabizbaja, entre sus manos sostenía con fuerza las prendas de su ropa. Estaba asustada y Hiashi pudo notarlo con facilidad al echarle un simple vistazo, temblaba, y el miedo se escapaba por sus poros.

Ella era Hana Hyuga, una muchacha dos años menor que él. No hizo falta que alguien le explicara, los rumores de un matrimonio arreglado para que él asumiera pronto el liderazgo del clan se habían regado por todas partes, tantas que el mismísimo Hiashi se enteró de ello mucho antes de que su padre le comunicara la noticia formalmente.

Hana era tímida, temerosa y vivía presa del miedo. Entendía que su padre la amedrentaba con facilidad, pero aquello no cambió ni siquiera cuando se encontraron a solas por obligación con la excusa barata de que los futuros esposos debían conocerse.

Hiashi no la conocía, esa fue la primera vez que la vio en su vida, pero de ahí en adelante ella y su actitud miedosa formaron parte de su vida. Iba a ser su esposa, pero aún aso logró involucrarse más de lo que hubiera querido, y todo partió cuando toscamente le pidió que dejara de temerle.

Deja de temblar. Nadie aquí te hará daño.

Fueron sus palabras en ese momento.

Y la reacción de Hana también era de esperarse.

De rodillas junto a una mesa con una taza de té sin beber, Hana estrechó la parte inferior de su atuendo con ambas manos mientras presionaba los labios y se encogía, cerrando ambos ojos con fuerza. Hiashi y su tono de voz no eran para nada amigables.

—Lo... Lo siento...

Fue su respuesta. Y aunque ella no se relajó en lo absoluto, Hiashi no pudo dejar de pensar en posibles opciones para que ella dejara de temer ante su presencia. Porque sí, fue criado solo por hombres en un ambiente poco sano y lleno de batallas, pero había una parte de él que seguía siendo humanitaria y empatica, aunque estuviera oculta debajo de toda esa fachada que tuvo que construir a la fuerza con el pasar de los años.

Not remember you ┊NaruHinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora