Prólogo. [Continuación]

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Aparco el auto en los primeros lugares disponibles del estacionamiento de la universidad y con la mente revuelta me quedo unos minutos sin moverme, sin bajarme y sin apagar el motor. Mi mente repite una y otra vez la mención de su nombre y también la conversación que alcancé a escuchar vagamente de Christian antes de llegar aquí.

«—¿Cómo estás, Skylar? ¿Cómo la pasaste en tu cumpleaños? Vi que desde el viernes estás de fiesta.

Cierro mis ojos y suelto un suspiro. No quise seguir escuchando más, ni tampoco preguntarle a Christian sobre Skylar, sé que hablan seguido, pero prefiero evitar escuchar. Sé que Skylar no quiere que sepa de su vida.

Me quise engañar los primeros meses, hacerme de la vista gorda, pero por más que pasaban los días, las semanas y los meses hasta que se cumplió el primer año de haber terminado me di cuenta que realmente ya había acabado todo. Entendí que Skylar ya no quería regresar. Había tantas soluciones, tantas maneras, donde ella no tenía que hacer nada, pero no quiso.

Ya pasaron tres años, y mi mente aún cree que regresará, pero mi corazón... mi corazón ya no. Ya no tengo esperanzas ni ilusiones. ¿Por qué las seguiría teniendo? Si hace tres años desde la última vez que la vi. Hace casi mil cien días desde la última vez que la tuve cerca.

Apago el motor del auto y desbloqueo mi celular. Sé que ayer fue su cumpleaños número veintiuno. Es imposible que se me vaya a olvidar algo de Skylar. Aún recuerdo lo que sí le gustaba y lo que no, pero a lo mejor ya cambió, sé que las personas cambian. Quisiera saber de ella, ver alguna de sus recientes fotos, o cualquier mínima cosa, pero sé que no será bueno, ni tampoco posible, porque Skylar al poco tiempo que nos separamos eliminó sus redes sociales y creó nuevas, que ahora se mantienen privadas. Ni siquiera me atrevo a mandarle solicitud, no sé por qué, o tal vez sí, porque si nunca respondió ninguno de mis mensajes, tampoco lo hará con una solicitud.

Entro a mensajería y busco su contacto aún registrado en mi celular. Sigue estando registrada con el mismo nombre que antes: mi preciosa. Pero hace casi dos años ya no le he vuelto a escribir. Ya no sé si sigue siendo su mismo número, quizás también lo cambió, pero no se lo quiero preguntar ni a Christian ni a Karen. Es mejor quedarme con la duda.

Deslizo mi dedo pulgar por la pantalla, con los mensajes deslizándose rápidamente, todos son míos, sin ninguna respuesta de su parte. El último mensaje que le envié fue estando ebrio y de madrugada. Me armé de coraje y decidí que sería el último, y hasta la fecha así ha sido, aunque una parte ilusa y estúpida de mí sí esperaba obtener por fin una respuesta, pero no sucedió, y no sé porqué me sorprendí, ya lo intuía.

Releo el mensaje que fue enviado exactamente a las 3:33 de la madrugada y trago saliva, recordándome a mí, solo, ebrio y sólo pensando en los recuerdos.

«No sé si sigas teniendo este número, no sé si mis mensajes te lleguen y los leas o sólo me tengas bloqueado, prefiero lo segundo, porque no soporto ser ignorado por la mujer que amo.
De igual manera, me hubiera gustado saber el porqué ya no quisiste saber más de mí. Sé que me equivoqué en algunas cosas, pero todo tenía solución, te fuiste y yo de verdad pensaba que podíamos a volver a estar juntos, pero sé que eso solo lo pensaba yo.

No te voy a molestar más. Este será mi último mensaje, pero nunca cambiaré de número por si algún día decides contestar.»

Hasta la fecha aún sigo esperando un mensaje suyo, o que mínimo pregunte por mí a Christian o Karen, pero sé que no lo hace.

Decido despejarme la mente, no es bueno pensar en Skylar, porque siempre que lo hago no controlo el impulso de beber y terminar ebrio, pero apenas es lunes, no puedo empezar a tomar cerveza como si fuera el desayuno, así que guardo mi celular, tomo la carpeta del proyecto que debo entregar y salgo del auto. Mientras camino coloco la alarma y salgo del estacionamiento. Estamos a finales de semestre, así que solo han sido exámenes y entregas de proyectos. Las personas se me quedan mirando pero no me incómodo, año tras año se repite en este mismo día, sin embargo, no me preocupo y continúo hasta llegar al auditorio y entregar mi proyecto.
No tengo clases, por lo tanto procuro ser lo más rápido posible para irme.

Quiero AmarteWhere stories live. Discover now