CAPITULO 30

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Al menos pasarse la mañana frente a un computador le haría olvidarse de muchas cosas.

Camila tecleaba y trabajaba concentrada en lo que Max le había encargado hace ya una hora y media. En lo que iba el tiempo, había llamado a la niñera para verificar si todo estaba en orden en el departamento. Había evitado preguntar por Lauren, porque sabía que aquello iba a perturbarle y ahora mismo necesitaba olvidarse de todo ese problema. Ya era demasiado con todo lo que había sucedido con su madre, ahora Lauren…

- ¿Cabello? – Max se asomó por el borde de la puerta. En él había un rostro bastante amable.

- ¿Sí? - Camila levantó el rostro.

- ¿Me dejas sentarme un momento? – preguntó él, señalando con la mirada los asientos que ella tenía frente a su pequeño escritorio. Y a Camila no le quedó otra opción que aceptar. Minutos después tenía a Max Nichols mirándola con una expresión diferente. ¿En qué pensaba mientras la veía? De pronto pudo saberlo, cuando lo escuchó formular lo siguiente. – ¿Estás bien?

- Sí. ¿Por qué? - Camila sonrió.

- Te noto diferente. No lo sé, ¿tuviste algún problema anoche?

- Si te refieres a lo de Lauren, de verdad siento mucho que estuviera así… ella…

- Ella es así. – la interrumpió Max. Camila se quedó sin poder hablar o decir algo inteligente. Tenía tanta razón. Lauren… ella era así. Simplemente. Sin explicaciones. ¿Cuándo terminaría de acostumbrarse?

- Ha tenido algunos problemas, es todo.

- ¿Puedo hacerte una pregunta?

Camila asintió.

- ¿Eres feliz?

Ella no pudo evitar mover las manos del teclado y concentrarse del todo en Max. ¿Qué clase de pregunta era esa? Por supuesto que lo era. Lo tenía todo. Todo lo que en algún momento había deseado. Sin embargo sabía que habían muchas cosas por las que tendría que pasar para saber que en la vida nada es perfecto.

- Más que nunca. – contestó ella con seguridad.

- ¿Eres feliz junto a ella? ¿De verdad? – Max frunció el ceño.

- Lauren es más de lo que tú te puedes imaginar.

- Sí… - Max bajó la mirada. – Sí, lo siento… debe ser así. Te felicito ¿sabes? Ella es una tipa dura, pero contigo simplemente es… es como si fuera otra.

- ¿Por qué quieres hablar de ella?

- No lo sé, jamás imaginé que terminarías con alguien como ella. – Max se puso de pie y se acomodó el fino saco. Tenía en mente decirle muchas cosas más. Y la verdad es que no imaginaba como ella había podido preferir a Lauren, antes que a ella. Max era un tío diferente, probablemente no tenía ni la mitad de las agallas que Lauren había tenido para pasar por todo lo que había pasado.

Probablemente solo era un idiota que en toda su vida lo único que había conseguido era dinero. Pero, hasta Camila podía notarlo. La diferencia era grandísima. Max tenía todo lo que una mujer podría querer. Buena pinta, un buen trabajo, clase… Se preguntaba… ¿Qué habría pasado si en vez de huir con Lauren, se hubiera quedado con Max?

El móvil de Camila empezó a vibrar sobre su escritorio, la foto de Lauren estaba en la pantalla.

- Voy a…

- Sí, claro. No te preocupes. – le dijo él. Se fue de la oficina y a los pocos segundos, solo estaban Camila y la llamada que había entrado.

No sabía si debía contestar o solo dejar que un tiempo más pasara. Ella solo había tratado de distraerse trabajando un poco, pero ahora que lo notaba, solo habían pasado algunas horas desde que habían discutido por segunda vez. Todo seguía intacto. Quizá si contestaba discutirían una vez más. Dios… Lauren era tan impredecible. Y ella contribuía mucho en el acto.
             
                   

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