CAPITULO 37

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Lauren introdujo las llaves del departamento en la cerradura. Traía una caja de Pizza hawaiana, la preferida de Elisabeth, y esa había sido la razón de su demora. Entró y notó que las luces de la cocina se encontraban encendidas, al igual que las luces de su habitación. Se dirigió al primer ambiente para asegurarse de que Camila estuviera dentro. Y… efectivamente lo estaba.

                     

Sus ojos estaban irritados y tenía ceño fruncido. Estaba llorando y lo había estado haciendo durante los últimos minutos. Reconocía muy bien aquella mirada y hasta podía escuchar esas palabras que todavía no dejaba salir. Alarmada, dejó la caja de pizza sobre la encimera de la cocina y corrió hasta donde estaba Camila. Intentó colocar sus manos sobre los hombros de ella, pero esta se apartó.

                     

- ¿Por qué lloras? – le preguntó preocupada.

                     

- Te han dejado una nota. - Camila ladeó la cabeza, tirándole el papel por sobre el pecho. Al hacerlo, caminó lejos de Lauren para poder estar fuera de su alcance.

                     

Lauren frunció el ceño, sin entender nada, observó que en la encimera de la cocina también estaba su billetera. Aquella que pensó que había perdido. Abrió el papel doblado por la mitad y ligeramente mojado por lo que ella suponía eran las lágrimas de Camila. Con el ceño fruncido y la mente blanco, leyó todo en silencio. Y su semblante iba cambiando de estado a medida que las letras iban creando palabras. Oh Mierda… esto no podía estar sucediéndole. Su piel se enfrió y cerró los ojos al terminar de leer aquella nota. Ni siquiera tuvo fuerzas como para mirar a Camila. Porque aunque ella sabía muy bien que anoche no había sucedido nada con aquella mujer, no estaba seguro de si Camila podía creer eso… y menos, viéndola llorar como lo estaba haciendo.

                     

- Quería hablar contigo personalmente. – balbuceó Camila. Lauren cerró los ojos, arrugando el papel entre sus manos. – Aunque creo que en esa nota te ha dicho todo.

                     

- Camila, déjame expli…

                     

- Sí, vamos. Explícamelo todo como siempre lo haces. – le dijo abriendo los brazos. – He escuchado tus malditas explicaciones por durante tanto tiempo que ahora no me sorprende en lo absoluto que quieras arreglarlo todo con tan solo palabras.

                     

- Por favor… - suplicó Lauren. Su voz se debilitó al sentir las palabras que Camila acababa de decirle. - Nena… créeme yo…

                     

- Eres una idiota. – las mejillas de ellas volvieron a humedecerse rápidamente. Estaba llorando tanto… - Eres una maldito idiota. – se cubrió el rostro con ambas manos, sollozando con fuerza ahora que sabía que ella no podía mirarla. Pero Lauren no se quedó en su lugar, caminó a pasos rápidos hasta llegar a estar frente a Camila. Hasta llegar a escuchar su respiración agitada y sus sollozos, todavía más intensamente. Y mierda, cuanto dolía. Cuanto detestaba verla así. Sin desearlo había cerrados ambos puños. Deseando tanto no hacerle el daño que siempre le hacía. Era tan estúpida, tan imperfecta. Justo lo que Camila no merecía, estaba reflejada en cada uno de sus actos. Estaba reflejada en ella.

TENTATION 4 CAMREN G!PWhere stories live. Discover now