CAPITULO 8

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Pisó el último escalón. Y no supo con certeza si lo que sentía era nervios, ansiedad o ira. Pero cualquiera de ellas era peligrosa, tratándose de ella. Revisó que tuviera todo lo necesario para poder entrar. Pensó en usar el micrófono... y que tal vez sería necesario avisarles que estaba a punto de hablar con los principales creadores de Tentation. Pero quiso reservarse ese gusto. Podría con esto. Y podría sola.

Caminó por el pasillo, divisando al final de él, una puerta grande, en donde un hombre alto y moreno vigilaba. Este desvió la mirada cuando vio a Lauren caminar por el pasillo relajadamente. Enarcó una ceja cuando pensó haberla reconocida.

- ¿A dónde vas? - le preguntó al ver que Lauren quería entrar a la habitación.

- Apártate Sean, voy a ver a mis padres. - le dijo fría. Ni siquiera mirándolo.

- No creo que ellos quieran verte.

- Joder, que no tengo tiempo. Llama a tu maldito jefe y dile que estoy aquí y que quiero verle.

- Tu padre no quiere verte Lauren, será mejor que te vayas.

- Escucha, he renunciado a todo ¿vale? Quiero unirme a esto de nuevo, necesito hablar con tu jefe para decírselo, es todo.

Y Sean dudó por unos segundos al observar la mirada déspota de Lauren. Sabía a lo que se arriesgaba. Lauren era una tipa dura. Si necesitaba pelear, pelearía con ella, y no tenía la certeza de saber que quedaría ileso. Así que se apartó y abrió la puerta, entrando con ella.

Dentro, Mike y Clara Jauregui estaban sentados alrededor de una mesa. Pero no solo estaban ellos, sino también Sebastián Parker. Que tenía la misma pinta de siempre. Un traje negro y humo en la boca. El hecho de ver a Lauren entrar por esa puerta le hizo cambiar el color de la piel. De un momento a otro había optado por empalidecer. Abrió los ojos muchísimo y tal vez supo... por qué Lauren estaba ahí.

Mike también abrió los ojos. Los cincuenta años rozaban hace mucho con él. Lleno de tatuajes hasta el último centímetro de piel y masticando hierba entre los dientes. Blanco y con cabello negro, al igual que Lauren y con una gorra de los Lakers que había adquirido recientemente. Ni siquiera se inmutó al ver a su hija entrar por esa puerta. Quieto, solamente la observó caminar a pasos duros y con la mirada fría. Con la mirada dura. Clara también miró a su hija. Aquella preciosa mujer vestía entera con ropa pegada al cuerpo y dos collares largos de diamantes. Tenía el pelo negro y una nostalgia embestía su mirada al ver a Lauren. No podía creer que estuviera ahí, después de tanto tiempo, después de tantas cosas. Y aunque nunca la había querido de una manera suficiente, era su hija, y esa conexión permanecía hasta ahora. El hecho de verla, de sentirla cerca, hizo que todo su corazón temblara, pero al igual que Mike, se quedó quieta sobre la mesa, aunque no pudo evitar hablar.

- Lauren... - dijo en voz alta. Mike levantó la mirada hacia ella, diciéndole con los ojos que cerrara la boca.

- Señor, la chica quería entrar y pensé que...

- Lárgate Sean. - Mike hizo un gesto con la mano, sin siquiera mirarlo. Sean asintió y desapareció, cerrando la puerta detrás de él.

Y dentro solo quedaron cuatro personas. Y aquello realmente empezaría a ponerse duro...

- Creo que podríamos dejar esto para otro día. - Sebastián apartó la mirada helada de Lauren, colocándose de pie.

- No te vas a ninguna parte. - sentenció Mike. Mirándolo de la misma manera que Lauren lo miraba a él. Aquello había sido heredado definitivamente de su padre. Sebastián volvió a tomar asiento - ¿Qué haces aquí? - le preguntó Mike a Lauren. Pero no quiso mirarle. De pronto se había dado cuenta que su hija había crecido muchísimo durante estos tres años, que era otra tipa, alguien mayor, madura y que sabía muy bien cómo enfrentarlo. Y solo le había bastado mirarle para poder saberlo.

- ¿Te molesta que haya venido?

- Me da sinceramente igual. - levantó los hombros. - pero resulta ser que estaba a punto de firmar algo importante.

- Hazlo, has como toda la vida has hecho, como si yo no estuviera aquí.

- ¿No estás un poco grande para rencores? Supera de una maldita vez el hecho de que las cosas hayan pasado como pasaron. Y por última vez, ¿Qué mierda quieres?

Clara tragó saliva. Miró de reojo a Lauren, y una vez más su corazón palpitó con fuerza.

- Quiero unirme a Tentation de nuevo.

- A Tentation no le haces falta, puedes irte. Consíguete otra puta que pueda coger igual de bien que la primera. Aquí no te quiero más.

- ¿Por qué no... papá?

Mike sonrió, por fin volteándose a mirarla.

- Te has hecho grande Lauren. Eso me gusta. Ya no eres más la imbécil que cumplía cada cosa que yo le decía. Pero ¿sabes? cometiste un error grande al irte de aquí, cuando sabías que no podías. Pero lo hiciste, hiciste todo por una grandísima perra que te hizo sufrir y llorar como una hija de puta. Te dejó. Y poco después la vimos por aquí, robando con nosotros con gran habilidad... ¿Cómo voy a saber que no se te va a mover la verga de nuevo con alguna otra mujer?

- He aprendido la lección. - Lauren bajó la mirada.

- Ya es muy tarde. Ahora, lárgate de aquí. Desaparece.

Y ambos se miraron. El mismo color de ojos hizo contacto. Y eran tan iguales y tan distintos al mismo tiempo. Muchísimos recuerdos aparecieron en aquellas miradas. Muchísimos sentimientos.

- ¡Desaparece! - gritó Mike, colocándose de pie. Lauren le miró una vez más. Hace tanto tiempo que no escuchaba uno de esos gritos. Pero el escucharle ahora, ya no le atemorizaba más.

- Maldigo cada jodido día que he pasado siendo tu hija.

TENTATION 4 CAMREN G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora